Como viene siendo normal en zonas de aglomeración de estos pájaros la fachada del edificio y la acera estaban llenas de excrementos, lo que provocó la denuncia de los hechos por parte de los vecinos.
La situación que venía sufriéndose durante varios años llevó al intento de localizar a la residente de la vivienda para comprobar el estado del balcón y las medidas a adoptar para corregir la situación. Según relata el cuerpo municipal, a finales del 2017 se logró contactar con la responsable, una mujer de 77 años, a la que la patrulla le instó a dejar de usar su casa como zona de suministro de alimento para aves.
Este aviso no fue atendido y varias unidades tuvieron que desplazarse hasta en seis ocasiones más para advertir a la señora, hasta que finalmente -a consecuencia de los malos olores que la situación acabó generando, así como la ya preocupante acumulación de excrementos en la calle y en el propio balcón- un grupo de coordinación compuesto por miembros de la Policía Local y los departamentos de Bienestar Social y Medio Ambiente del Concello de Vigo consiguieron iniciar a finales del pasado año un proceso que se cerró esta misma semana.
Tras comprobar en esas fechas que las palomas campaban a sus anchas por la vivienda, así como la insalubre montaña de defecaciones que se había ido aglomerando en el balcón, se inició el trámite de medidas para solventar el problema.
Fue en la mañana del pasado 21 de mayo, a las 09:50 horas, cuando con la autorización de ambos moradores accedieron a la vivienda la concejala y el técnico del departamento de Medio Ambiente, acompañados por una patrulla de la UMIR (Unidad Medioambiental de Intervención en el Rural) para iniciar los trabajos de limpieza del piso.
Limpieza
Una vez cubiertas las formalidades exigidas por el protocolo, una brigada de la empresa Agronerga comenzó a ejecutar la tarea que se prolongó durante cinco horas, informando de la necesidad de que los muebles que se encontraban en la ‘habitación-palomar’, absolutamente deteriorados fuesen retirados de la casa.
Estas labores se reanudaron al día siguiente, tras lo cual los agentes realizaron una inspección para confirmar que el interior se encontraba bastante limpio, si bien el balcón continuaba con suciedad y con el olor atenuado aunque aún presente.
De este modo, se dio por concluida la primera parte del servicio, quedando pendiente la toma de medidas para que la situación no se repita. Además, se instaló en el balcón, con permiso de la inquilina, una red para impedir el acercamiento y posado de aves en el lugar, operación que se llevará a cabo en días próximos.
Finalmente, los residentes aseguraron que ya no se les está dando de comer a las palomas en el balcón sino en un parque cercano. La Policía Local ha comprobado mediante revisiones efectuadas varios días desde el exterior de la vivienda que no se ha repetido la aglomeración de palomas que era normal encontrar casi a todas horas, pero muy especialmente en torno a las 08:30 y 14:00, en el balcón y sus inmediaciones.