“Existen sospechas de que hay otro vehículo implicado en el accidente, pero solo sospechas”, insisten las fuentes policiales consultadas por VIGOÉ sobre la colisión mortal registrada el 3 de octubre en la rotonda del cactus, en el acceso al túnel de Beiramar desde la rotonda de Guixar.
Aquel día Maximino Argüelles Táboas, de 51 años, sufría una caída en su motocicleta, una Suzuki GS 500, e impactaba contra la mediana de la carretera. Eran casi las tres de la tarde de un lunes, hora en la que se registra habitualmente una alta intensidad de tráfico, pero nadie vio nada. Trasladado a un centro hospitalario, el piloto fallecía unas horas después.
La familia de Maximino se movilizó de inmediato y solicitó ayuda a través de las redes sociales. No hubo respuesta. Quince días después, fue la Policía Local la que decidió reclamar la colaboración ciudadana al tener “sospechas” de que otro vehículo provocó la caída del fallecido.
Por las pruebas recabadas por la Unidad de Atestados se supo que una mujer había parado para intentar auxiliar al motorista. La investigación ha determinado que se trata de una persona de aproximadamente 30 años, de «complexión normal y cabello cortado en media melena de color castaño, que conducía una motocicleta Naked Daelim, o similar, de color rojo y con faro redondo».
La Policía Local señaló entonces que gracias a la cobertura informativa del accidente y a que alguna persona testigo de los hechos leyó las diversas publicaciones, contactó con la Policía para ofrecer su testimonio, pero desde entonces no se ha avanzado.
“No va a ser fácil localizar a este testigo, porque quizás no utilice las redes sociales ni consulte los medios de comunicación o simplemente porque no viva en Vigo, donde la noticia sí ha tenido más recorrido”, añaden las fuentes policiales.
Cuarenta días después del fatal accidente, las incógnitas siguen rodeando un caso que a día de hoy parece estancado y que “únicamente esta testigo” parece poder aclarar.