Según alertaba, dos individuos le acababan de robar y les había seguido por las calles paralelas a la Gran Vía. Tras facilitar las características físicas y la indumentaria de ambos, una patrulla acudió al lugar y localizó a dos hombres corriendo, a los que dio orden de pararse usando los dispositivos luminosos del vehículo y de viva voz.
Uno de ellos se detuvo al momento pero el otro hizo caso omiso a las instrucciones de los agentes y apuró el paso, cambiando la dirección de huida Gran Vía arriba. Así, se pasó aviso a todas las unidades desplazadas a la zona para facilitar su localización en las labores de peinado de las posibles rutas de fuga.
Finalmente, fue hallado y perseguido hasta el punto de que, al verse acorralado, se metió debajo de un coche aparcado. Su resistencia fue tal que los policías tuvieron que usar los grilletes reglamentarios para reducirlo y asegurarlo.
Una vez que la situación estuvo controlada, los efectivos desplazados se entrevistaron con la víctima, que permanecía a la espera en los alrededores. Según contó, ejerce como taxista en Nigrán, donde los sospechosos habían solicitado sus servicios. Una vez que llegaron a Vigo, al abonar la carrera percibió que uno de ellos hacía un leve movimiento hacia él pero no le dio importancia.
Una vez que ambos se habían apeado, se dio cuenta de que le faltaban alrededor de 500 euros de una cartera que guardaba en el lateral izquierdo de la puerta del vehículo y que estaba abierta.
En consecuencia, los agentes cachearon a los arrestados. El primero llevaba 120 euros y el segundo tenía 395 euros en su poder en billetes de diferentes cantidades. Por todo ello, se les detuvo como presuntos autores de un delito de hurto.