En este contexto, Fidalgo Iglesias propone que, “como ya sucede en otras ciudades”, se sustituyan las sanciones económicas a los menores por labores comunitarias. “Una hora de trabajos sociales equivaldría a 20 euros de sanción”, ha expuesto Fidalgo, quien considera que de este modo la pena sería “realmente efectiva”. “La multa económica la pagan los padres, mientras que de esta forma estaríamos educando a los niños”, apunta.
Para ello, el concejal popular ha enumerado una serie de acciones a impulsar, como la realización de cursos específicos en los que los educadores podrían detectar alguna adicción, y en los que se informaría de los efectos que produce el alcohol educando para su prevención.
Asimismo, Fidalgo ha apostado por el desarrollo de reuniones con los jóvenes implicados, para que conozcan las diferentes posibilidades que tienen para hacer trabajos benéficos en pro de la comunidad. Entre dichas opciones estarían la asistencia a reuniones con alcohólicos o la ayuda a personas que han padecido algún accidente de tráfico por culpa del alcohol.
Para impulsar dichos trabajos, expone el edil popular, pueden suscribirse convenios con organizaciones benéficas de la ciudad. “Y, por supuesto, no interferirían en los estudios de los menores, pudiéndose individualizar cada caso para adaptar mejor la pena”, ahonda.
Un problema que afecta a todo el mundo
En este marco, Fidalgo Iglesias ha considerado que “algo se está haciendo mal” cuando el 80% de las sanciones interpuestas son por orinar en la calle, y no porque los menores consuman alcohol. “Sólo se han impuesto 34 sanciones este año. Y de ellas, 28 fueron por orinar y solamente 6 por consumo de alcohol en la vía pública”, incide.
En este sentido, el concejal popular señala que para acabar con el botellón la Policía Local debe actuar al principio, solicitando documentación e imponiendo las sanciones pertinentes. “Cuando ya hay 1.000 o 1.500 personas no es lógico que acuda la Policía Local”, explica.
Unas concentraciones, prosigue Fidalgo, que a todos perjudican ya que el botellón es un “grave problema” que afecta a la salud de los jóvenes, a sus familias y a los vecinos, “como podemos comprobar hoy en la Plaza de Compostela, que se encuentra en un estado lamentable, llena de orines, de vómitos y de botellas y vasos rotos en un día en el que los pequeños ya no tienen colegio”.