La primera, la del acceso al propio hospital y que en determinadas horas del día va más allá de la rotonda del vial de la Universidad. Los usuarios aparcan en aceras, medianas, arcenes y cualquier lugar que les evite el pasar por caja en el aparcamiento privado y eso provoca largas colas de vehículos que intentan acceder a la entrada de consultas externas o al propio parking. La situación se agrava con la presencia de autobuses, que se quedan sin espacio para girar, y las ambulancias se ven obligadas a acceder al centro sanitario por el carril contrario.
La siguiente espera que hay que superar es la habitual de cada hospital, por el turno de consulta del especialista en la sala y, por último, la que hay que guardar hasta conseguir una cita en el caso de que haya que solicitar una, ya que se trata de un trámite que no se puede hacer ni por teléfono ni por internet.
Las largas colas que se producen cada día en el área de consultas externas del hospital «Álvaro Cunqueiro» y que la dirección intenta «disimular» desde esta semana con un dispensador de números también se producen en el área de Obstetricia y Ginecología donde decenas de mujeres embarazadas -algunas en un muy avanzado estado de gestación- aguardan durante un mínimo de media hora por una cita.
«Mi mujer se va a poner de parto antes de que le llegue el turno», señalaba de forma irónica un joven que, al igual que otros muchos, procedía a guardar sitio en la cola mientras su pareja esperaba sentada por la consulta y entraba en ésta sola. Las que no acuden al hospital acompañadas deben hacer la cola entera mientras las administrativas no levantan la mirada del ordenador salvo para recoger las citas de las impresoras y entregarlas a los pacientes.
Así, desde este lunes, según señalaron fuentes del Chuvi, se ha ampliado a cinco personas el personal administrativo en consultas externas y además se ha instalado un sistema de retirada de número que no acorta el tiempo de espera pero evita a los usuarios tener que formar largas colas y, de paso, la mala imagen que reflejan éstas.
Dos administrativas para trece consultas
Mientras tanto, el servicio de Obstetricia, que aglutina las trece consultas que sumaban el centro de especialidades de Coia, hospital Xeral y Meixoeiro, cuenta en Beade con dos administrativas mientras que tan solo en Coia eran tres las que hacían estre trabajo.
«Los usuarios tenéis que reclamar en Atención al Paciente, protestar aquí y poner mala cara no arregla nada», señala una administrativa. No es la única, también algunos de los médicos y enfermeras del servicio piden «ayuda» a las pacientes para poner un granito de arena que permita aliviar la situación. «La unificación de todos los servicios ha sido una locura. En verano no ocurría esto porque todo estaba a medio gas pero una vez que se ha puesto en marcha la maquinaria al completo estamos desbordados y las administrativas no dan a basto en toda la mañana. Los pacientes tienen que presentar reclamaciones para que se haga algo», indicaba un facultativo. Acto seguido, la enfermera añadía que «trabajar así es imposible, estamos todos de mal humor, los pacientes también, y con enfadarnos no arreglamos nada. Si todo el mudo se queja a través de una reclamación a lo mejor se llega a buen puerto».
Otro facultativo, ironizaba con un compañero ante la máquina del café al respecto de que «parece que está todo calculado, cuanto más tiempo pierdan aquí los usuarios, más se recauda por el parking».
De hecho, una consulta que se resuelve en apenas diez minutos supone un coste medio de algo más de dos euros si se deja el coche en el aparcamiento privado ya que a las colas hay que sumar el tiempo de espera en la sala.
Atención al Paciente
La tarifa roza y supera los cuatro euros si, además, se realiza una visita a alguna persona hospitalizada o se opta por poner ese «granito de arena» presentando una reclamación en el servicio de Atención al Paciente donde, de nuevo, hay que esperar turno, y en horario de 9 a 14. En ese área, también hay dos trabajadoras para recoger las quejas que presentan los usuarios y familiares de pacientes por lo que una vez más hay que hacer acopio de paciencia para afrontar un trámite que, a priori, parece ineficaz. «La reclamación llega al jefe de servicio, que decide si hace caso o no», aclaran.
«Yo vengo porque tengo a mi marido ingresado y me parece una vergüenza que la ropa sucia esté toda la mañana y media tarde en los pasillos», señalaba una mujer de avanzada edad en la salita de espera. A su lado, otra persona relataba que a su familiar, también ingresado, lo habían tenido sin desayunar el día anterior y que la explicación que le habían dado era «que no había leche sin lactosa por lo que directamente no le sirvieron nada y a las doce del mediodía, cuando vimos que pese a las protestas no iban a traer nada, tuvimos que ir a la cafetería a comprarle algo». Otras dos mujeres embarazadas aguardaban para protestar por las colas mientras seguían llegando poco a poco más usuarios descontentos. «Mi madre lleva semanas esperando por una operación importante y nadie le dice nada», indica otra persona.
«Es la una y media y no vamos a atender a toda esta gente que está esperando fuera», señalaba una de las trabajadoras, que incluso salió a la salita para comunicar a las seis personas que aguardaban que no serían atendidas. «Cuando vas a la caja de ahorros y ves que hay mucha cola cuando falta poco para que cierre te vas porque sabes que no te van a atender», concluyó la trabajadora de mal talante.