Las directivas de estos colectivos de aficionados, que suman un elevado número de integrantes, han enviado al club –Merlegos planea remitirlo a lo largo del lunes- un escrito en el que solicitan de manera formal el cambio de bancada.
Las peñas han sugerido a la entidad que preside Carlos Mouriño algunas ideas de cara a su recolocación y esperarán a que el Celta les dé una respuesta. “Lo lógico sería ir a la grada de animación pero en teoría no hay sitio. Si no puede ser ahí, pedimos que sea en zonas del estadio menos pobladas. No conocemos la logística del club pero si cuando se cerró Río contra el Atlético de Madrid se pudo reubicar a la gente lo mismo puede hacerse ahora”, explica Javier Vaz, de Centolos.
En un último caso incluso abogan por ver los partidos desde la zona visitante, ya que hay ciertas situaciones, como obras o motivos de seguridad, en los que La Liga permitiría que no se vendiesen entradas a los aficionados del conjunto rival para dar preferencia a los locales.
Esta mesma tarde comunicámoslle ao @RCCelta de forma formal a nosa intención de cambiarnos de grada de forma inminente en Balaidos. Non queremos nin debemos correr riscos innecesarios.
Boas noites a todos.— Carcamäns Celestes (@CarcamansCelest) 17 de diciembre de 2018
Vaz recuerda que Centolos lleva diez años, con Caballero como alcalde, denunciando el mal estado de Balaídos y pidiendo un campo nuevo. En 2014 incluso presentaron un informe lleno de deficiencias. “Se nos dijo que en 2017 tendríamos un estadio nuevo pero no ha sido así”, apunta.
El temor se ha apoderado de muchos miembros de la peña, ya que no es sólo una cuestión de arreglos puntuales sino de atajar el problema de raíz con la demolición de la grada y la construcción de una nueva. “El viernes salimos acojonados y fue la gota que colmó el vaso. Llevamos toda la temporada quejándonos de esto y la situación es insostenible. Quitas las piedras de la grada con la mano. Hay incluso miedo personal. En 2019 tendremos el proyecto de la nueva grada pero la obra no estará acabada hasta el próximo ciclo electoral. Eso es 2023, quedan cinco años”, señala.
Así, las explicaciones dadas por Caballero este lunes y el anuncio de otro proyecto para subsanar las deficiencias, calificadas de “menores”, no han eliminado ese temor cada vez que se acude a Balaídos. “Está bien que se ponga solución a los problemas visibles pero a lo mejor los problemas no son visibles. Me han pasado por Whatsapp comentarios de aficionados arquitectos que dicen que no vuelven al estadio después de ver las imágenes”, concluye Vaz.