Durante la jornada se terminaron de retirar todos los sacos de sal y las barreras de contención. También trabajaron las bombas de achique para limpiar los bajos y muchos de los comercios afectados abrieron sus puertas. Sin embargo, alguno de ellos todavía estaba intentando volver a la normalidad por los daños causados y en su escaparate lucía un elocuente ‘cerrado por inundación’. En lo referente a la vía pública, la principal secuela fueron los enormes agujeros que se hicieron en las aceras. Dos de estas construcciones tuvieron que romperse para permitir el regreso del agua al río, ya que ejercían de tapón. Estas aceras fueron construídas en los últimos años y la subida de agua mostró que su toma de pluviales era insuficiente.