En estos casos, las llamas suelen originarse por “conductas incívicas” como tirar una colilla mal apagada o por actos de vandalismo. Igualmente, en un número menor de casos, en Nochevieja se producen algunos incidentes por el impacto de cohetes o petardos.
Respecto a las casas, los episodios más comunes se producen en las abandonadas y la causa más común se encuentra en colchones que se prenden por una vela o una colilla. Mientras, en las habitadas el origen suele ser la falta de limpieza en la campana extractora o un cortocircuito en algún electrodoméstico. Respecto a las naves, mayoritariamente son falsas alarmas por la quema de rastrojos en las proximidades.
El resto de incidencias atendidas el año pasado, se reparten entre las falsas alarmas, quema de rastrojos o muy puntualmente actos de vandalismo. En cualquier caso, el número muestra una tendencia descendente si se compara con las cifras de 2017, cuando se atendieron 910 incendios.
En lo que va de año, la cifra de intervenciones por mes excede las 50 y en marzo suman ya 14, las últimas este mismo viernes en el pabellón de Coia y el jueves en el garaje de un edificio de la calle Quintela.
Labor policial
Aunque hay casos de agentes condecorados por rescatar a algún ciudadano de las llamas no es la situación habitual. La Policía Local suele ceñir su labor a la colaboración y coordinación con bomberos y ambulancias, garantizando el acceso y salida de los vehículos de emergencia y la fluidez del tráfico, la localización y auxilio de residentes en casos de evacuación o cualesquiera otras necesidades que se pueda producir.
Ante un incendio en un inmueble, las fuerzas de seguridad recomiendan a las personas que viven en él que permanezcan en el interior, dado que al salir a las zonas comunes pueden sufrir caídas por la falta de visibilidad y aumenta el riesgo de intoxicación por inhalación de humo.