“Venían pasados y ocurrió lo que ocurrió. Mi marido tuvo que esquivar cinco intentos de acuchillarlo y sólo tiene unos cortes que no requirieron puntos de sutura, pero iban a por él”, relata Olalla V., que prefiere no dar excesivos datos de su identidad porque teme por su vida y la de su familia. “Y no le intentaron dar en cualquier parte. Le fueron al cuello. ‘Te voy a degollar’, le gritó uno de ellos”, afirma.
Olalla vive con su esposo y sus dos hijas, de 11 y 2 años, en la misma planta que el piso ocupado por varios jóvenes, propiedad de un banco. Es difícil saber realmente cuántos residen de forma continuada. “Venden droga y entra y sale un montón de gente”, explica Olalla. Cuando llegaron eran constantes las fiestas y los altercados. Al principio intentaron que la convivencia se desarrollara de buenas maneras. Pero resultó imposible debido a su carácter violento. “Se les pidió que no hicieran jaleo y que no rompieran las cosas, pero nada. Tienen amenazados a varios vecinos del edificio y ya ha habido varias agresiones. Que yo sepa le pegaron a un vecino, a un niño para robarle y luego a mi marido”, cuenta.
Ellos, al estar tan próximos, han tenido que lidiar con estos okupas violentos de primera mano. La situación ha ido siempre a peor. Hasta que el domingo explotó con el intento de asesinato que denuncia Olalla. Después de que su marido lograra escapar, el mayor del grupo, el más agresivo de todos, amenazó de muerte a Olalla y a su familia. “Yo estaba en la ventana viendo lo que ocurría y llamando a la policía y el mayor de ellos, que tendrá unos 35 años, me amenazó de muerte a mí y a las niñas. A mi marido le dijo: ‘Sois 4 en la familia. No sabéis con quiñen os habéis metido’”. El resto de los okupas, según dice son menores de 30 años.
Pero la cosa no quedó ahí. Tras ser detenido por la policía el domingo, el martes ya estaban todos en la calle. “Lo llevan detenido por intento de homicidio pero el fiscal lo soltó porque decía que era una falta leve. Es una vergüenza”, critica. Ese mismo día, al querer entrar en el domicilio ocupado se encontraron la cerradura sellada con pegamento y, como se puede ver en un vídeo que grabó la propia Olalla, se volvió a producir otro enfrentamiento mientras uno de los okupas empuñaba un destornillador.
Ante esta situación ellos han optado por abandonar su vivienda. Se han ido a vivir a otra casa. Prefieren incluso no dar ningún detalle al respecto porque están atemorizados. “Tengo bastante miedo y estamos todos psicológicamente mal. Tuve que ir al médico porque no me atrevo a salir de casa”, señala.
Los vecinos del bloque están denunciando la situación en los juzgados para intentar acelerar el desahucio de los okupas, pero no saben cuánto puede demorarse la situación. “Creo que el banco tiene ya una orden para echarlos. También hemos pedido orden de alojamiento pero no nos han dicho si va a ser rápido o lento”, apunta Olalla.