Ese día, en torno a las 12.00 horas, cuando Vigo ‘ardía’ a 34 grados, la central de la Jefatura viguesa recibió una llamada alertando de la presencia de un animal en el interior de un vehículo aparcado en la zona de Rioboo, el cual se estaba asfixiando.
Una patrulla se trasladó de inmediato al lugar y a su llegada comprobó que efectivamente en la parte del conductor y bajo el salpicadero se encontraba un perro de color blanco, de la raza bull terrier, que parecía estar bajo los efectos de un golpe de calor. El can, de hecho, no respondía a las distintas llamadas que los agentes hacían para atraer su atención.
En el interior del automóvil, que se encontraba cerrado a excepción de unos dos dedos de abertura en las dos ventanillas delanteras, no se observó recipiente alguno con agua del que el animal pudiese beber.
Así, la prioridad de los policías fue intentar recuperar al perro, por lo que optaron por intentar bajar una de las ventanillas del vehículo. Tras conseguirlo, recogieron al animal, que estaba sin sentido.
Uno de los agentes, con la ayuda de los vecinos que habían requerido el servicio, consiguió recuperar poco a poco al perro enfriando su temperatura corporal y dándole de beber.
Finalmente, tras unas labores que duraron unos veinte 20 minutos, el animal se fue recuperando. Tras leer el microchip, el perro fue evacuado hacia la protectora de animales, para su atención y cuidado.
El vehículo en el que se encontraba, que carecía del seguro obligatorio y de ITV, fue trasladado al depósito municipal. Los hechos hicieron que la Policía Local iniciara “las actuaciones pertinentes” para investigar a su dueño por un presunto delito de maltrato animal.