“Estaba viendo la tele con la perra que le estoy cuidando a un amigo. De repente, escuché sirenas y me asomé a la ventana. Empezó a oler raro y abrí la puerta de la habitación para ver qué pasaba. Ahí ya vi todo lleno de humo y de forma borrosa a un señor que caminaba solo por el pasillo”, relata esta huésped de la planta 16, que lleva dos años y medio viviendo allí y no pudo encontrar a ningún efectivo de emergencias hasta que llegó al cuarto piso.
“El humo subió y tuvimos que salir sin aviso por parte de nadie”, comenta. Ella y otra mujer que se encontraba en la última planta, la 17ª, se ayudaron mutuamente. “Hablaba a voces con una señora que estaba en la última planta, diciéndole que bajara”.
A medida que avanzaba hacia la salida se fue topando con más clientes, algunos muy desorientados. Según cuenta, incluso vio a tres personas meterse en el ascensor, a los que alertó de su errónea decisión. Todo ello, con los ojos llorosos y “sin saber si por el camino me iba a encontrar llamas”. Denuncia, además, que no saltaron los detectores de humo.
Finalmente, en medio del caos y de la noche, lograron alcanzar alturas más bajas y pudieron ser asistidas al encontrarse con la policía y los bomberos, que incluso tuvieron que llevar en volandas a dos personas en silla de ruedas. Para ser realojada, se buscó la vida en casa de un amigo que vive cerca. Allí seguirá mientras el hotel recupera la normalidad y realiza labores de limpieza, ya que el olor a quemado invade todo el edificio aún este jueves.