Alrededor de las 13:00 horas la gente se empezó a agolpar en el número 12 de Porta do Sol. Se había corrido la voz y amigos, curiosos y muchos periodistas participaron en la improvisada fiesta que allí se vivió. Pertrechado de un inmenso cartel que rezaba que allí se había vendido el Gordo y vestido con una camiseta que contenía el mismo mensaje, Juan Fernández irradiaba tal felicidad que muchos dirían que los 400.000 euros se los había llevado él. «Igual me voy de vacaciones porque nadie sabe quién es el ganador…», bromeó antes de desmentir que él mismo fuese el afortunado.
El décimo premiado se vendió por máquina y es probable que el agraciado ni siquiera sea de Vigo. Y es que la administración de Porta do Sol se ha convertido en una parada obligatoria para los muchos turistas que visitan la ciudad. Su emplazamiento es envidiable y ya en verano se pueden ver ante ella colas para comprar Lotería de Navidad.
La iluminación navideña, además, le ha dado el empujón definitivo. Miles y miles de personas han pasado por delante de la administración en los últimos días y muchas de ellas han parado allí para intentar convocar a la buena suerte. «Las colas han llegado hasta el árbol de Navidad», reconocía este sábado Juan Fernández.
La comparación -a pequeña escala, eso sí- con Doña Manolita, la famosísima administración del centro de Madrid, es inevitable y Juan ya sabe cómo bautizar a su establecimiento: «¿Doña Manolita? Yo soy Don Juan de la Puerta del Sol».
Como hemos dicho, es la primera vez que vende el Gordo de Navidad, pero el pasado año ya dio dos quintos premios. Y sí, como no podía ser de otra forma, la mayoría de los agraciados fueron turistas. «Vinieron dos parejas, una de Zamora y otra de León, a decirme que les había tocado», explicó.
Juan Fernández vende Lotería de Navidad en este esta administración desde 2009. Pero en su familia han estado muy unidos a la suerte desde hace décadas porque su padre regentó desde 1967 hasta su cierre el estanco de la calle del Príncipe, en el que también vendían lotería. «Tuvimos que cerrar por la crisis y por los alquileres abusivos. Los grandes comercios están matando a los pequeños y ahora también tenemos la competencia de internet», lamenta Juan, que, sin embargo, este sábado era una persona feliz.