En la actualidad parece haberse frenado el crecimiento del puerto de Vigo. El puerto de A Coruña, cuyas influencias políticas obran a su favor y en contra del de Vigo, y el puerto portugués de Leixôes, con una importante infraestructura portuaria, una acertada apuesta por su crecimiento y una brillante gestión, presentan, entre ambos, y seguramente sin estar confabulados, una dura batalla contra el puerto de Vigo.
Pero en esta batalla tampoco queda al margen el puerto de Marín, que intenta posicionarse por su cercanía a Pontevedra, la capital de la provincia, y con la ayuda de influencias gubernamentales por la vinculación directa con las personas que durante años han ocupado las principales posiciones políticas de España. Téngase en cuenta que la Autoridad Portuaria de Marín está presidida por el marido de Ana Pastor, José Benito Suárez Costas, amigo personal de Mariano Rajoy, hasta hace poco presidente del gobierno español.
Por su parte, el presidente de la Autoridad Portuaria de Vigo es un hombre de sobrada valía en temas relacionados con el mar, sin embargo, observada la situación desde la distancia de la ciudadanía, su vinculación política y su obediencia debida al partido, aceptando cualquier cosa, parecen frenar sus aparentes intenciones de mejora y desarrollo, por lo que el puerto de Vigo va perdiendo fuerza.
Así las cosas, el esquema general portuario de la cornisa peninsular atlántica resulta bastante fácil de interpretar y es necesario buscar el modo de darle un nuevo rumbo.