Atrás ha quedado la opción del rodeo por la carretera de Redondela y Pontesampaio, bordeando la ría, que con el tiempo resultaba cada vez más incómoda e incluso colapsada. La idea del puente no era nueva, ya lo había imaginado el arquitecto Antonio Palacios. Luego, años más tarde, Gerardo Ramos Campos dinamizó la idea de su construcción. Sin embargo, aquel empeño no cuajó y se tardaron varias décadas hasta que el sueño se hizo realidad: la primera piedra se colocó el día 17 del mes de diciembre de 1973.
El puente de Rande fue inaugurado en el mes de febrero de 1981 y durante varios años fue el puente atirantado más largo del mundo. Una gran innovación arquitectónica que daba respiro al tráfico entre Vigo y O Morrazo, cada vez más denso. Pero aquel servicio no era gratis. Durante décadas se estuvo pagando un peaje muy elevado y que probablemente no justificaba su coste. Y se pagó religiosamente, en silencio. Hoy, al cabo de varias décadas, en vez de construir otro puente en otra localización de la ría, tal como apuntaban algunos, se optó por utilizar parte del margen de seguridad vinculado a cualquier obra civil, dotándolo de dos nuevos carriles construidos con celeridad y con el ánimo de otra nueva subida de precios al amparo de la descongestión del tráfico.
Quienes hagan el trayecto directo entre Vigo y O Morrazo a través del puente no pagarán nada porque su lucha reivindicativa, inteligente y continuada a base del pago con calderilla formando colas interminables, consiguió la gratuidad del servicio. El resto de los usuarios, en cambio, sin nadie que lidere una acción similar, seguirá pagando religiosamente un precio cada vez más abusivo y consentido por unas autoridades que demuestran no vivir para defender los intereses del pueblo, sino a costa del pueblo, porque el puente de Rande, en la actualidad, es absolutamente indispensable y, por lo tanto, debiera ser de uso gratuito.