Cuentan que el rey español Carlos V salvó a un amigo con solo cambiar una coma de sitio. La sentencia decía algo así como “Clemencia imposible, ejecución”. Al cambiar la coma de sitio la frase motivó la salvación y la puesta en libertad del condenado: “Clemencia, imposible ejecución”. Y otras frase más cercanas en lo cotidiano, por ejemplo: “Vamos a comer niños” (pobres pequeños), y que al utilizar la coma queda de este modo, mucho más adecuado: “Vamos a comer, niños”.
Pero en Galicia también tenemos nuestras propias anécdotas del lenguaje. Mi buen amigo el fotógrafo Xulio Gil me contó —y casi me lo juró— que él es el auténtico inventor de la voz de “O Key”: “OK”. Y que en Galicia no debemos decir “O Key”, sino “O” “K”, simplemente. Porque la cosa, según el informante, viene de cuando los gallegos fueron emigrados a Cuba, que decían aquello tan gallego de “O carallo”, que terminó resolviéndose, por comodidad caribeña, en “O K” (O Karallo), según el simpático Xulio Gil, gran fotógrafo y muy ocurrente, como puede verse en esta teoría.