Hoy quería hablar de un edificio. Se encuentra éste en la ciudad de Turín y es algo que llama absolutamente la atención. No he tenido la fortuna de verlo en directo que es algo que me habría encantado. Como se pueden suponer Vds. lo he visto en un programa televisivo sobre edificios asombrosos.
El proyecto ha sido obra del arquitecto italiano Luciano Pia desarrollado en 2012, y fue bautizado como «25 Verde». El nombre está absolutamente justificado por lo de «verde» y está situado en el número 25 de la via turinesa de Gabriele Chiabrera. Son 63 viviendas ocupando una buena parte de la manzana donde se encuentra.
Es verde porque su arquitectura es profundamente ecológica (iba a decir «y sostenible» pero me niego a decir esa maldita palabra). «25 Green» está situado en un barrio no muy agraciado y levantado sobre un amplísimo solar.
Podemos decir que el proyecto es la yuxtaposición de un edificio de viviendas y un trozo de bosque del norte de Italia, mezclando madera, acero y vidrio. A la vista el edificio no tiene ninguna uniformidad, ya que es una sucesión de entrantes y salientes en su fachada pero todos ellos trufados de plantas y árboles, con lo que el aspecto verde es evidente. Por tanto la foto del edificio es cambiante con el tiempo porque está lleno de seres vivos.
Concretamente se trata de 200 árboles en total, con 150 de ellos en las fachadas y 50 en su patio interior que es un remanso de paz. Todos ellos reducen el CO2, producen oxígeno, protegen del ruido, reducen la contaminación del aire y crean un microclima ideal. Además de esto, que ya es importante, el edificio aumenta la eficiencia energética a base de usar la energía geotérmica para proporcionar calor y frío, así como el reciclaje de agua de lluvia para regadío.
Al finalizar de ver el programa sobre este proyecto se me ocurrió que cómo es posible que en esta época del siglo XXI, con tanta alarma climática con la que nos bombardean las 24 horas, sería lógico pensar que tanto las administraciones como el capital nos invitarían a realizar este tipo de proyectos en una gran dimensión, porque los beneficios serían obvios.
Claro que al rato también me puse a pensar que en este proyecto se pierden muchos (pero muchos) metros cuadrados sin construir, y eso para muchos (muchísimos) promotores es pecado de «lesa majestad». Y como decía aquel, «una cosa es la libertad y otra el libertinaje».
Y es que hablando de metros cuadrados construidos, bromas las justas.