¿Cuál es su primer recuerdo del Torneo Internacional de Tenis de Vigo?
Éramos unos chavales cuando estuvimos allí y estábamos cargados de ilusión. Entonces se llamaban torneos satélites y existía el circuito del norte, que se jugaba durante cuatro semanas por esa parte del país. Los recuerdos son brutales porque son el principio de lo que quieres hacer. Se trata del primer paso para ser profesional.
Sólo encontramos una participación suya en nuestra ciudad.
No jugué muchos torneos satélites porque cuando gané Roland Garros me situé el 600 del mundo y con aspiraciones a mucho más. Directamente pasé a jugar las previas de los Challengers porque a veces no se llenaban o podías entrar con ese ránking.
¿Qué sabor de boca le dejó competitivamente aquella semana?
En esa época lo más importante es aprender. El tenis es un deporte en el que muy poquitos son capaces de ir ganando todas las semanas y resulta complicado. Prácticamente, pierdes una vez cada siete días. Antes que quedarte con la derrota, es mejor hacerlo con el aprendizaje. Con 16 o 17 añitos lo que estás es con muchas ganas de aprender y te quedas con todo lo que te pasa. Juegas contra otros jóvenes, pero también con gente más mayor de la zona y descubres muchas cosas.
¿A qué jugadores que después llegaron lejos asocia con esta cita?
Si me pongo a darte nombres no paro. Al final, todos hemos pasado por ahí. Aunque yo no estaba en esa edición, recuerdo que Carlos Moyá empezó a dar el salto en ese circuito. Hasta ese momento, no había ganado a casi nadie y tras su explosión llegó a ser número uno. Por supuesto, cómo no acordarse de la victoria de Rafa Nadal en el año 2002.
¿Qué significa Vigo en el mundo del tenis?
Ahí siempre se ha apostado por el tenis y se sigue haciendo, incluso en épocas malas como esta. La cifra de ediciones que el alcanza torneo este año lo dice todo. En los últimos tres años se han caído muchísimos torneos de esta categoría en España, pero Vigo se mantiene. El hecho de llevar 75 años siempre es una ayuda para continuar.
¿Cómo valora el momento de la cantera española?
La generación del 97 es bastante completa y en Tie-Break le dedicamos un programa. Hay chavales de ese año y del 98 que juegan realmente bien. No son genios, ni mucho menos, pero apuntan maneras. Trabajando bien con ellos, dos o tres posiblemente acaben entre los 100 primeros del mundo.
¿Está preparando su regreso a las pistas para el Torneo de Maestros?
Sí, precisamente en los últimos días estuve entrenando con Miguel Semmler, que ahí va a participar en el Futures. Estoy con mucha ilusión por este evento. No estoy acostumbrado a hacer cosas de este tipo, pero esta vez me decidí a aceptar la invitación por la persona que me lo comentó y por los otros tres participantes. Será muy especial volver a coincidir con ellos, sobre todo, con un hermano para mí como Albert Costa.
¿Qué nos prometen?
Espero que buen tenis y, personalmente, algún espectáculo.
¿A día de hoy se siente más cómodo con la raqueta o con el micrófono?
Siempre con la raqueta. El tenis es un deporte que siempre me ha resultado más o menos fácil. Otra cosa es que en la competición tengas enfrente a un rival que también se siente cómodo y te lo intenta poner difícil. Hablo mejor con la raqueta, aunque últimamente utilizo más el micrófono.