«Cuando era niño mi sueño futbolístico era jugar en los altos niveles, en la ‘Champions’. Y es algo que he conseguido. A los 17 años con el Manchester y después con el Villarreal. Es algo que estoy buscando cumplir también con el Celta», dijo.
Rossi rememora su infancia y asegura que «mi primer recuerdo futbolístico es que, cuando era niño, mi padre, mi madre, mi hermana y yo jugábamos partidillos de fútbol en el jardín. Siempre jugábamos mi padre y yo contra las mujeres». También reconoce que «la persona que más me ha influido en el fútbol es mi padre. Él fue mi primer entrenador desde pequeño y me siguió por todos lados hasta Manchester, donde empecé mi carrera futbolística a nivel profesional».
El delantero declara que en su infancia era aficionado del Milan y que en ese equipo jugaba un futbolista que le llamó la atención. Y no solo por sus cualidades deportivas. «Mi primer ídolo fue Ruud Gullit. Yo era muy seguidor del Milan y él fue la primera persona de la que me acuerdo bien. Creo que era más por el pelo, porque lo tenía muy largo. Es lo primero en lo que me fijé y después en su manera de jugar», comentó.
Rossi llegó muy joven al United, donde se codeó con grandes estrellas. «Mi primer contrato profesional fue con el Manchester United a los 17 años. Cuando llegué fue algo muy bonito. Es un sueño para todos llegar allí y ver a jugadores como Rio Ferdinand, Van Nistelrooy, Scholes o Giggs. Era algo que solo había visto en la tele y tuve la suerte de entrenar y jugar con ellos», explicó.
A lo largo de su carrera, Rossi ha jugado en siete equipos, entre ellos el Celta, y en tres países distintos. Reconoce que es una experiencia enriquecedora. «El fútbol me ha dado mucho en mi vida. Muchas experiencias personales. Jugar en ciudades diferentes, entender culturas diferentes… Esto es algo que una persona necesita para crecer. Espero aprender más de las personas con las que estoy en el vestuario y con la gente de las ciudades en las que estoy», comentó.
El delantero, por otro lado, admite que es muy perfeccionista. «Después de jugar un partido me gusta verlo. Creo que es algo importante para aprender de lo que has fallado y de lo que has hecho bien. Cuando llego a casa después del partido, la primera cosa que hago, después de comer, es ver todo el partido otra vez. Las jugadas en las que fallo las veo cuatro o cinco veces para acordarme de lo que ha pasado y para aprender», dijo.
Y precisamente ese perfeccionismo casi extremo le lleva a pensar que nunca será entrenador. «Cuando termine mi carrera me gustaría seguir ligado al fútbol. Como entrenador seguramente no. No tengo paciencia conmigo mismo, imagínate con los otros. Me gusta buscar la perfección. Cuando no lo hago yo, me enfado conmigo mismo. No quiero ponerme en esa situación. Pero me gustaría siempre estar en el campo de fútbol de alguna manera», finalizó.