Jota tuvo que escuchar los silbidos de parte de la afición y, además, su equipo encajó una derrota que le ha desalojado de la sexta plaza. Estos seguidores celestes no le han perdonado sus salidas del club, que fueron un tanto abruptas. En 2012 decidió irse al Real Madrid Castilla cansado de no tener oportunidades en la primera plantilla céltica. Un año después, se fue cedido al Eibar y en 2014, cuando parecía que podía luchar por un puesto en el primer equipo, optó por marcharse traspasado al Brentford, club que acababa de ascender a la segunda categoría del fútbol inglés.
Él, sin embargo, no le quiso dar mayor importancia a estos pitos. Este sábado, tras el encuentro, aseguró en zona mixta que estaba totalmente centrado en lo que ocurría en el terreno de juego y no se preocupó de lo que estaba sucediendo en la grada. «Yo estaba jugando. No sé si hubo silbidos o aplausos. Yo estaba atento a lo mío. No estaba atento a si pitaban o aplaudían», explicó.
Jota, aun así, considera especial su retorno a Balaídos. «Es un momento especial, pero cuando no consigues la victoria no es un día bonito. Pero sí que estoy contento de haber vuelto a Vigo y haber jugado en Balaídos, aunque lo que quería eran los tres puntos», dijo.
Respecto al encuentro, reconoció que el conjunto celeste fue superior en muchos tramos del mismo. «Fue un partido difícil. El Celta jugó muy bien. Nosotros hicimos nuestro juego. En la primera parte el Celta tuvo un poco más de dominio y estuvimos aguantando. Nos castigaron mucho con las llegadas que tuvieron, que no fueron muchas, pero sí efectivas», señaló.
Por último, admitió que el posible penalti de Cabral sobre Borja Bastón en la primera mitad podía haber cambiado el partido por completo. «Está claro que era una jugada clave porque era el último hombre: penalti y expulsión. Pero no hay que darle más vueltas porque no nos van a dar nada ahora. Todos estábamos convencidos de que era penalti, pero tampoco nos van a dar nada si nos quejamos», finalizó.