La operación resultaba extraña porque se antojaba complicado que el club vendiera a un futbolista de peso como el internacional chileno -con una cláusula de rescisión de 15 millones- por una cifra tan baja, pero las piezas han comenzado a encajar con las manifestaciones del jugador, que tiene contrato en vigor hasta junio de 2020.
“Agradezco a los directivos del Celta por atender mi pedido de evaluar la posible salida del club ante una buena posibilidad para mí y mi familia. Es una decisión netamente personal la de afrontar nuevos desafíos deportivos y personales”, publicó el Tucu.
“Agradezco la intención del Celta de contar conmigo para la próxima temporada pero ante una eventual posibilidad de salida les he pedido sea atendida. El Celta es y será mi casa”, añadió en un segundo tuit.
El anuncio hace recaer toda la responsabilidad de su salida en el propio Tucu, liberando así de culpa a la directiva céltica, a la que le podían llover críticas por dejar escapar a un jugador carismático.
Así pues, las horas de Pablo Hernández en Vigo están contadas. Se marcha un hombre querido por la afición a pesar de sus complicados inicios, en los que fue muy cuestionado.
Agradezco la intención del CELTA de contar conmigo para la próxima temporada pero ante una eventual posibilidad de salida les he pedido sea atendida.
El Celta es y será mi casa.— @tucuhernandez (@tucuhernandez) 28 de junio de 2018