A sus 67 años, demostró que está en plena forma y que sabe rodearse de talento. Tras tocar el miércoles en Madrid, Vigo era la segunda y última parada española de una gira en la que se han enrolado casi 40 personas -le acompaña un equipo de televisión que está rodando un documental- y en la que Little Steven está acompañado por más de una docena de músicos sobre el escenario.
El que fue lugarteniente de Tony Soprano en la famosa serie de televisión -sí, dio vida al mafioso Silvio Dante durante seis temporadas-, desborda carisma y demuestra gran complicidad con los músicos que lo acompañan. El show, perfectamente sincronizado, incluye una magnífica sección de viento y un trío de espléndidas coristas que inevitablemente nos retrotraen a los tiempos gloriosos de la Motown. Con estas herramientas, Little Steven lo tiene fácil para abarcar multitud de géneros. Del rock & roll más clásico al soul o del blues al funk. Y pasando por el folk, el jazz e incluso la salsa.
Little Steven, que se subió al escenario con su habitual apariencia de pirata, supo medir los tiempos. Tras la descarga de energía inicial, el repertorio se fue suavizando hacia el ecuador del concierto hasta volver a su punto álgido en los temas finales. También hubo tiempo para que los diferentes miembros de la banda demostraran su virtuosismo: solos de saxo, trompeta, trombón, flauta… La presencia de cada uno de los músicos estaba justificadísima.Las menciones a Bruce Springsteen fueron inevitables. Van Zandt es el guitarrista de la E Street Band desde los tiempos del Born to Run (eso sí, con intermitencias, ya que los 80 dejó la banda para volar en solitario, aunque más tarde volvió y sigue participando en sus giras) y se acordó de The Boss durante un concierto en el que se mostró muy comunicativo y en el que se metió al público en el bolsillo al destacar la belleza de Vigo tras el primer tema.
Castrelos presentó una buena imagen para este primer concierto, que también es el único con sabor anglosajón de los diez programados para este verano. Se vendieron unas 3.000 entradas y las gradas estaban prácticamente llenas. Abel Caballero, al tratarse de la primera cita, actuó de telonero y se le pudo ver entre un público que, mayoritariamente, peinaba canas.