La editorial ECC Cómics ha empezado a publicar este mes la mítica colección Las aventuras de Superman, derivada de la serie de animación creada por Alan Burnett y Bruce Timm en 1996. Desde su primer número y en formato grapa, se une a la ya numerosa oferta de la línea Komodo, dedicada a los lectores más pequeños.
Fue, en efecto, en el año 1996 cuando, después de haber triunfado en todo el mundo con Batman: The animated series, Bruce Timm se unió a Alan Burnett para hacer honor al héroe de Krypton. Después de cuatro temporadas trabajando con Warner y su plantel de superhéroes de la ciudad de Gotham, el nuevo proyecto de Timm era todavía más ambicioso.
Superman, por aquel entonces, llevaba diez años de nueva etapa editorial, tras el reinicio completo de sus aventuras llevado a cabo por el legendario guionista y dibujante John Byrne. Todo había cambiado para tener un nuevo sentido. La premisa era básicamente la misma: el único superviviente de un planeta moribundo llegaba a la Tierra siendo un bebé y se hacía un hombre para convertirse en el mayor de sus héroes. Pero, a partir de ahí, no había muchas más similitudes.
Los directivos de DC Comics le habían dado a Byrne una libertad completa para reescribir lo que le pareciera bien y los resultados habían sido brillantes: Krypton, el planeta de origen de Superman, se había convertido en una pesadilla de ciencia–ficción a la que nadie querría volver; Jonathan y Martha Kent, sus padres adoptivos, habían rejuvenecido y ahora seguían vivos en su pequeña granja de Smallville, Kansas, a diferencias de versiones previas, en las que morían como consecuencia de unas fiebres espaciales; el joven Clark obtenía lentamente sus poderes debido a la exposición a las radiaciones del sol amarillo de la Tierra y crecía sin haberse convertido nunca en Superboy, la versión adolescente del héroe…
Pero, sobre todo, la mayor conquista obtenida en aquel 1986 fue la complejidad de los personajes: un Superman que se consideraba mucho más terráqueo que kryptoniano, un Clark Kent valiente y entregado a su profesión, una Lois Lane convertida en osada reportera de sucesos, unos Jonathan y Martha que servían como referentes morales del héroe y, más que nadie, un Lex Luthor cruel, maquiavélico, inteligente y dispuesto a todo para acabar con su enemigo. Ya no había absurdas motivaciones como en los cómics de décadas pasadas, sino que en ese tiempo los personajes actuaban como auténticos seres humanos, guiados por el odio, la envidia o el desprecio. Justo como en la vida real.
Byrne no creó todas esas cosas por sí solo. Más bien, como hacen los creadores sabios y respetuosos, mezcló un montón de elementos antiguos con otros nacidos en los tiempos actuales. Homenajeó a los cómics de Jack Kirby de los años 70 y a la serie de televisión de George Reeves de los 50. Inventó nuevos villanos al mismo tiempo que reimaginaba a los clásicos y les otorgaba una nueva vida. Y eso dio lugar a la que posiblemente sea la mejor etapa en la historia del personaje, rara vez igualada antes o después.
En 1996, Bruce Timm y Alan Burnett creyeron que el Hombre de Acero se merecía su propia serie de animación. El plan consistía en combinar elementos de procedencias distintas: un Superman siempre en movimiento y no tan poderoso, igual que en los primeros cómics que hicieron sus creadores, Jerry Siegel y Joe Shuster; una estética Art Decó parecida a la de los seriales de animación de los hermanos Fleischer durante los años 40; una imagen de Krypton muy similar a la de la Edad de Plata de los superhéroes ⸺más idílica y brillante, no tan oscura como en la versión de los 80⸺; y unos secundarios tomados directamente de la etapa Byrne.
Lois Lane, Lana Lang, Perry White, Jimmy Olsen, los Kent, Jor–El y Lara, Supergirl, Lobo, Flash, la Legión de Super–Héroes, Maggie Sawyer, Dan Turpin, el profesor Hamilton, Steel… Lex Luthor, Darkseid, el Juguetero, Parásito, Bizarro, el Mago del Clima, los kryptonianos de la Zona Fantasma, Metallo, Mr. Mxyzptlk, Titano, Intergang… A lo largo de 54 episodios distribuidos en tres temporadas, Superman recorría el universo y se enfrentaba a toda clase de amenazas mortales, no solo por parte de sus villanos clásicos, sino también de algunos creados a propósito para la serie, como Livewire o Luminus.
Y uno de los mayores logros de este proyecto consistió en mezclar una animación nada realista con unos temas especialmente profundos, que no parecían muy adecuados para niños: el nivel de autoexigencia y frustración de un superhéroe, el amor no correspondido, la responsabilidad ilimitada o la impunidad de los poderosos. Las verdades del mundo se mostraban sin disfraces, lo que siempre resulta chocante al hablar de una historia de superhéroes.
El mismo año debutaba Superman Adventures, una nueva colección de cómics basada en ese universo y que llegaría a los 66 números. En ella se empleaba el estilo gráfico y de temáticas de la serie de televisión, con algunos personajes que no habían aparecido en aquella, como Krypto el superperro. Era el cómic hermano de Batman Adventures, que había debutado en 1992, poco después del éxito de su propia serie.
Y resulta que en España ha ocurrido algo similar. Después de la buena acogida que lleva teniendo durante estos años la línea Komodo de ECC Cómics, dedicada al público infantil ⸺y en la que ya han aparecido Las aventuras de Batman, Pequeños Titanes o DC Super Hero Girls⸺, llega ahora al mercado Las aventuras de Superman, publicación en grapa y correlativa de la colección Superman Adventures, que ojalá podamos ver completa.
El primer número ya está en la calle, obra de Paul Dini y Rick Burchett. Es una historia clásica de acción, con un plan malvado de Lex Luthor y una hábil presentación de los personajes secundarios. Superman vuela, lucha y demuestra qué es lo que hace de él un héroe, que desde luego no tiene nada que ver con sus poderes o su origen alienígena.
Un nuevo cómic siempre es una buena noticia, y más aún si hablamos del primer superhéroe de la historia, en una de sus mejores versiones y con unos autores que nunca defraudan. Normal que el propio Hombre de Acero sonría en estas páginas.