Todos en alguna ocasión —o muchas— nos hemos sorprendido llegando a casa, al trabajo o a cualquier otro lugar sin habernos percatado de cómo. Intentamos recordar algún detalle del camino, pero resulta que se ha borrado de la memoria. No conseguimos saber en cuántos semáforos nos hemos parado, con quién nos hemos cruzado o qué canciones han formado parte de nuestro trayecto en coche. Es como si en ese espacio de tiempo nada hubiera ocurrido. Vamos por la vida en modo robot: haciendo varias cosas a la vez, con la mirada pérdida y el pensamiento proyectando lo que haremos a continuación. Un estilo bastante habitual en lo cotidiano, dado que el día suele tener menos horas que las que necesitaríamos para llegar a todo lo que nos hemos propuesto.
Uno de los principales promotores del mindfulness, Thích Nhất Hạnh, en su libro El Milagro de Mindfulness explica «si cuando uno está lavando los platos, está pensando en la taza de té que se tomará al acabar, está cultivando un modo de conciencia en el cual cuando esté tomando el té, estará pensando en el paseo que va a dar después y de este modo, uno nunca está en lo que está. Vivimos entre el pasado, fruto de la nostalgia y la añoranza, y el futuro, que es la proyección de nuestros deseos. Nos olvidamos de estar en el momento presente».
Vivir en «piloto automático» significa no estar presente. Se trata de un término que se utiliza para describir un estado mental en el que realizamos nuestras actividades diarias sin prestar la atención completa a lo que estamos haciendo. De esta manera, nuestras decisiones y actos son impulsados por hábitos y rutinas preestablecidas, más que por una conciencia activa del momento vigente. Es decir, actuamos de forma mecánica dejando que nuestro cuerpo funcione de manera casi automática, mientras nuestra mente viaja a otro lugar. Este fenómeno es cada vez más común en nuestra vida donde el ritmo rutinario es acelerado y las múltiples responsabilidades se acumulan.
Esta forma mecanizada de funcionar trae consecuencias. Aparte de los altos niveles de estrés y la insatisfacción vital que supone vivir en método robotizado, sin disfrutar de lo que se está haciendo; a la larga, nuestro cerebro se acostumbra a la rutina de vivir cada hábito con agobio y ansiedad y se mantiene siempre activo y en alerta, preparado para la acción. El sistema simpático lo identifica como una amenaza permanente para la supervivencia y puede generar problemas graves de salud.
Cómo salir del piloto automático
Por suerte, hemos de saber que nuestra mente es sólo una parte de nosotros, no la totalidad. Así que podemos entrenarla para mejorar nuestra existencia y poder conectar con nuestro ser. A continuación, expongo algunos consejos sencillos para mejorar nuestra salud psicológica y vivir con plena conciencia:
1. Practica la respiración consciente
Una de las formas más efectivas de conectar con el presente es a través de la respiración consciente. Tomarse unos minutos al día para enfocarse en la entrada y salida de la respiración puede ser un ancla que nos traiga de vuelta al momento actual. También es importante observar lo que llega a tu mente de forma imparcial, aceptando lo que venga, sentir las sensaciones y emociones que te producen, localizarlas en el cuerpo y ser amable con las mismas. Se trata de una práctica sencilla que puede ayudarte a calmar la mente y centrarte en el aquí y ahora.
2. Observa tus pensamientos sin juzgarlos
Muy a menudo, nuestra mente se llena de parloteo y preocupaciones que nos alejan del presente. Aprender a observar estos pensamientos sin juzgarlos ni aferrarnos a ellos puede ser liberador. Se trata de descargar nuestra mochila de prejuicios, creencias, culpas, rencores…, que obstaculizan nuestro avance, para poder dejar espacio libre a lo nuevo que venga.
3. Toma unos minutos para agradecer
Dedica tiempo cada día para reflexionar sobre las cosas por las que te sientes agradecido o agradecida. Esto puede ser algo tan simple como apreciar un plato de comida en la mesa, el abrazo de un ser querido o un momento de calma. La gratitud nos ayuda a enfocar nuestra atención en los aspectos positivos de la vida y a valorar el momento actual.
4. Implícate de forma plena en tus actividades diarias
Otra forma de apagar el piloto automático es implicarte plenamente en tus actividades diarias. Ya sea trabajar, cocinar, limpiar, comer o cualquier otra, se trata de realizarlas con atención plena, notando los detalles y disfrutando del proceso. Por ejemplo, al cocinar, siente la textura de los ingredientes al cortarlos, observa cómo se van dorando, inhala ese aroma que desprende a medida que avanza el cocinado, sin pensar en nada más. Este tipo de práctica puede transformar las tareas en oportunidades, tanto para conectar con el presente como para descubrir la belleza y satisfacción en las actividades mundanas.
5. Pasa tiempo en la naturaleza
La conexión con la naturaleza suele mejorar nuestro bienestar emocional y físico. Nos ayuda a despejar la mente y a centrarnos en el aquí y ahora. Ya sea dar un paseo por el bosque o simplemente sentarse en un jardín, la naturaleza nos invita a reducir la velocidad y a apreciar la belleza del mundo que nos rodea.
Recuerda que el presente es el único momento que realmente tenemos, y aprender a gestionarlo de forma íntegra es el mayor secreto para vivir. Actuar con atención plena no solo mejora nuestra calidad de vida, sino que también nos permite experimentar una mayor conexión con nosotros mismos, con los demás y con el mundo que nos rodea.