El otoño trae consigo el rugido de las guitarras y el pulso inconfundible del bajo en la ciudad olívica, donde la escena musical local se prepara para uno de sus rituales más queridos. Este jueves, 2 de octubre, a las 21:30 horas, las jam sessions de blues vuelven a A Casa de Arriba, el icónico bar de Churruca que se erige como templo de la improvisación. Organizadas por Red Duck Blues, estas sesiones marcan el inicio de su quinta temporada, un ciclo que el primer y tercer jueves de cada mes transforma el espacio en un hervidero de talento local, fieles aficionados y clásicos del género que resuenan hasta la madrugada.
Quinta temporada de improvisación pura
El parón veraniego ha dejado a los músicos con las manos inquietas y a la parroquia con el mono de blues. Red Duck Blues, el colectivo que desde hace años teje la red de esta vibrante subcultura viguesa, da el pistoletazo de salida a una nueva edición que promete mantener el listón alto. «Es el momento del año en que todo vuelve a encajar: las notas sueltas se convierten en riffs inolvidables», resume uno de los organizadores, evocando el espíritu de estas noches donde la espontaneidad es la verdadera estrella.
A Casa de Arriba, con su encanto de taberna centenaria (una casa gallega de 1907 que conserva la piedra y la madera originales a la vista), ofrece una acústica íntima que envuelve al público en cada solo de armónica o cada golpe de batería. La entrada, asequible con seis euros, garantiza un aforo que suele agotarse, consolidando estas jams como una de las citas obligadas del calendario cultural vigués. En ediciones pasadas, el sexteto base de Red Duck Blues Jam ha extendido su huella a festivales como Blues & Rías en Cesantes, donde su fusión de blues clásico y toques latinos ha conquistado escenarios al aire libre. Ahora, de vuelta al corazón de Vigo, el foco regresa a la esencia: la colaboración imprevisible entre locales que se suben al escenario sin guion.

Blues, soul y funk en clave improvisada
Lo que hace única a estas sesiones es su eclecticismo controlado. Músicos de la escena viguesa (guitarristas con dedos de fuego, teclistas que evocan los sonidos de Chicago y trompetistas que inyectan alma sureña) se reúnen para desgranar clásicos del blues, con guiños al soul y al funk que enriquecen el repertorio. Temas de Muddy Waters o Otis Redding se entremezclan con versiones alocadas de James Brown, todo bajo la batuta de la improvisación que permite a novatos y veteranos compartir el foco.
Esta fórmula ha generado un éxito de convocatoria que trasciende las fronteras del bar: el público, una mezcla de generaciones que va desde estudiantes hasta jubilados melómanos, llena el local y genera un ambiente de complicidad que se extiende más allá de las paredes de Churruca.
La fiesta se prolonga en La Iguana Club
Este año, la novedad añade un capítulo extra a la velada: al rematar el concierto principal, la energía se traslada a las AfterJam en La Iguana Club, un espacio cercano que se convertirá en el epílogo natural de la noche. Aquí, los músicos y el público podrán extender la improvisación en un entorno más festivo, con sets abiertos que podrían derivar en sesiones hasta el alba. Es un guiño a la resistencia viguesa, esa capacidad para alargar los placeres sin prisas, y una forma de redondear una propuesta que ya se ha ganado un hueco en la agenda cultural de Galicia.
Red Duck Blues, con su trayectoria en eventos como el festival de Cesantes, demuestra que el blues local no es solo nostalgia, sino un pulso vivo que se reinventa. Para los que buscan una alternativa al ocio estandarizado, esta quinta temporada ofrece la promesa de lo imprevisible: una noche donde cada acorde podría ser el inicio de una leyenda urbana.
Este jueves, a las 21:30 en A Casa de Arriba, la ciudad se rendirá de nuevo al hechizo del blues. La guitarra espera, y la marea de notas está a punto de subir.