La segunda etapa de la 56ª edición de La Solitaire du Figaro Paprec avanza por las impredecibles aguas del golfo de Vizcaya, donde los 34 regatistas en solitario se enfrentan a una dorsal de alta presión que actúa como un muro invisible en su ruta hacia Vigo. Tras un arranque marcado por retrasos meteorológicos y condiciones extremas, la flota navega en dos grupos diferenciados, con vientos inestables de unos diez nudos que obligan a constantes ajustes tácticos. Esta travesía de 486 millas, que culminará en la ría olívica el próximo 19 de septiembre (según las últimas estimaciones), promete redefinir la clasificación general con decisiones estratégicas que podrían dejar a más de uno rezagado en el Atlántico.
El paso por esta zona de calma relativa, que los patrones deben cruzar con la precisión de un relojero, determina el momento idóneo para enganchar los vientos del nordeste que impulsarán las quillas hacia la costa española. La pregunta que flota en las cabinas de los Figaro 3 es sencilla pero crucial: ¿cruzar pronto y arriesgarse a un estancamiento prolongado, o demorar para maximizar el empuje actual? En esta partida de ajedrez oceánico, cada milla cuenta, y la fatiga acumulada desde la salida de Morlaix el lunes pasado se nota en las voces de los navegantes durante las sesiones de radio matutinas.
El duelo de los grupos: Del este al sur, la batalla por Finisterre
Dividida en dos bloques, la flota progresa hacia un objetivo común: el cabo Finisterre y las costas gallegas. El grupo oriental, que durante la noche se ha desplazado hacia el sur, juega al límite con vientos variables, mientras que el septentrional aprovecha ráfagas más consistentes, aunque a costa de ceder terreno longitudinal. Jules Ducelier, a bordo del Région Normandie, lidera este pelotón delantero, escoltado por Alexis Thomas (Wings of the Ocean) y Paul Morvan (French Touch – Foricher). A 270 millas del final, Ducelier confesaba en la radio de las 6:00 horas: «El viento ha amainado, jugamos al gato y al ratón con la dorsal al sur, que corta nuestra ruta a Vigo. Tendremos que cruzarla, pero el confort a bordo no es el mejor con esta swell grande; de noche, las olas se confunden en la oscuridad».
Por detrás, Charlotte Yven (Skipper Macif 2023), en quinta posición provisional, navega en sintonía con el grupo de cabeza. «Cruzamos la bahía de Vizcaya rumbo al sur para encontrar la dorsal, que atravesaremos esta tarde o noche. Avanzamos bien, pero el viento afloja un poco. Las condiciones permiten descansar y comer adecuadamente; me despierto solo para ajustar la embarcación», relata la patrona, que destaca el respiro relativo tras las primeras horas de mar gruesa. En un ascenso meteórico, Alexis Loison ha remontado desde el 34º puesto (tras una salida prematura en la etapa anterior) hasta el sexto, demostrando la volatilidad de esta regata que castiga errores y premia la resiliencia.
El grupo sureño, más compacto, mantiene distancias de unas 12 millas con el líder, pero las transferencias constantes (de virada en virada) perfilan el tablero para la gran maniobra nocturna. Arno Biston (Article 1), optando por una ruta central, y Arthur Meurisse (Kiloutou), en el flanco este, afinan sus posiciones ante la primera virada mayor, que podría barajar por completo el orden. Romain Bouillard (Décrochons la lune), cómodo en el pelotón delantero desde el inicio, saborea estos instantes: «Tengo buena velocidad y lucho en cabeza. La vela es un deporte ingrato, como el tenis: puedes perder un partido y sentir que navegaste bien. Por ahora, me siento en forma y combativo».
Estrategias al límite
Paul Morvan desgranó en la emisión el dilema táctico que obsesiona a la flota: «Para mi descenso hacia el sur de España, tengo un ángulo de viento que no debo sobrepasar, o viraré. Bajo en escalera hacia el país vecino, y mañana toparemos con una zona sin viento, la dorsal. Hay que cruzarla lo más rápido posible para pillar el nordeste que sopla detrás, a lo largo de la costa. La cuestión es si ir antes, arriesgando quedarnos atascados más tiempo, o empujar al máximo con el viento actual y cruzarla más lejos. Aún no tengo claro el punto exacto».
Esta encrucijada no es solo meteorológica, sino un test de paciencia y cálculo. La dorsal, con su promesa de bonanza seguida de vientos portantes bajo spinnaker, abre la puerta al sprint final hacia Vigo, pero el aterrizaje en la costa oeste española reserva otra trampa: una extensa área de calmas que podría dilatar las llegadas. Los partes evolucionan hora a hora, y la evolución de la regata dictará la hora precisa en que los Figaro 3 irrumpan por la boca norte de la ría, un espectáculo que anticipa el clímax de la semana.
Vigo, preludio de un fin de semana inolvidable
La llegada a Vigo, prevista según las últimas estimaciones para la mañana del viernes 19, transformará la ciudad en epicentro de la vela oceánica durante cuatro días. Del 18 al 21 de septiembre, el muelle de Portocultura y los Jardines del Cable bullirán con actividades deportivas, culturales y gastronómicas bajo el paraguas de «Galicia sabe a mar», impulsado por la Xunta de Galicia, la Autoridad Portuaria y la Deputación de Pontevedra. Será la única escala española de esta mítica regata, que une Rouen con Saint-Vaast-la-Hougue en 1.850 millas de puro desafío.
El broche lo pondrá el domingo 21 a las 12:30 horas, con la gran salida final hacia Francia desde el corazón de la ría. Con el puente de Rande como centinela y las islas Cíes marcando el umbral atlántico, la flota despedirá Vigo en una estampa de veleros al viento que quedará grabada en la memoria colectiva. Mientras tanto, en alta mar, los patrones continúan su danza con los elementos, recordándonos que en La Solitaire, el verdadero triunfo se forja en la adversidad.