Los tradicionales castañeros hacen su aparición con el otoño y siguen teniendo el mismo éxito de toda la vida, compitiendo con otros bocados de nueva creación. En la mayoría de los casos, el artilugio para prepararlas sigue teniendo la forma de pequeña máquina del tren, con el fogón donde se asan las castañas que luego se sirven en cucuruchos de papel, un papel que ya ha dejado de ser de periódico por aquello de la toxicidad de la tinta, aunque quizá sea mucho peor la toxicidad de algunas noticias. Todo sigue casi igual que antaño, salvo el transporte de la máquina del tren, que antes se empujaba a mano y ahora se lleva en el remolque de un vehículo a motor. A pesar de tanta modernidad, las castañas siguen teniendo el mismo sabor de siempre, muy difícil de imitar en casa, por eso hay que tomarlas en la calle.






















