En el centro de la ciudad de Vigo, y al margen de sus numerosos parques, todavía pueden encontrarse rincones boscosos más o menos densos que no dejan de sorprender, a pesar de ser una urbe llena de asfalto y de hormigón. Ahí está, sin ir más lejos, esta imagen en la que puede observarse uno de esos rincones, en este caso es el comprendido entre las calles Cachamuiña, Falperra y la Avenida das Camelias, con unas escaleras que comunican dos cotas de la ciudad olívica y que discurren entre hierba y árboles de gran tamaño y belleza. Sin embargo, no es el único ejemplo, aunque el urbanismo avanza imparable y el desarrollo va cubriéndolo todo porque los árboles no resultan tan rentables como el cemento. De seguir así, lo pagaremos caro.




















