Las nuevas compañías alternativas de taxis van abriéndose camino en todas las grandes poblaciones, que es donde tienen su negocio potencial. Empresas como Uber, Cabify, FreeNow y otras ya operan en algunas ciudades de España.
Esta incursión está distorsionando el negocio del taxi tradicional, en el que una plaza suponía —y sigue suponiendo— una gran inversión económica, además del propio vehículo.
La modernización del taxi tradicional ha conllevado el uso de la radio —radio taxi— y de la mensajería de WhatsApp. Sin embargo, la gente joven, sobre todo, que está vinculada estrechamente a los avances tecnológicos, utiliza cada vez más estas nuevas compañías que funcionan con aplicaciones propias a través de internet y que compiten en rapidez de servicio, con un precio cerrado según el servicio, y algunas compañías incluso ofrecen, mediante un plus, vehículos de alta gama de conocidas marcas, muchos de ellos eléctricos.
Al margen de controversias, estas innovaciones han llegado para quedarse. Pero no quedan ahí, sino que van mucho más allá y a una velocidad vertiginosa, porque el vehículo sin conductor ya está avanzando imparable. En muchas ciudades de Estados Unidos ya existe el servicio de taxis sin conductor, que funciona mediante la aplicación Waymo. Y próximamente se pondrá en marcha en Londres y en otras capitales europeas.
El taxi sin conductor —conductor no humano— es algo imparable que va acompañado de fuertes medidas de seguridad y de una legislación adecuada. Sin embargo, la legislación española no está actualizada y todavía no se permite el servicio de estos vehículos; pero a todo se llegará. Obsérvese el pequeño video grabado en el interior de un taxi en San Francisco. Ese es el futuro.





















