Cada día, desde el pasado 29 de noviembre, se suceden en la Avenida de Castelao ruidosas onomatopeyas de admiración, sonoras carcajadas colectivas y sincronizados aplausos de personas de todas las edades. Salen de las palmas y las gargantas de quienes se acercan hasta el Circo de Nadal. Vigueses y visitantes que salen maravillados de un espectáculo que reconcilia al más escéptico con la magia del circo, que es infinita.
Porque, en realidad, si hay un lugar en el que es imposible pasarlo mal es en el Circo de Nadal, como ha podido comprobar Vigoé. El espectáculo de luces es una danza milimétricamente sincronizada para que luzca como debe el talento de los acróbatas, capaces de retorcer sus cuerpos de plastilina hasta el absurdo; o las caras de los payasos, cuya sola visión desemboca en carcajadas. Todo ello se presenta envuelto en un espectáculo sonoro de primerísimo nivel, que convierte la visita a la carpa en un de esos momentos vitales que tardamos en olvidar, si es que lo hacemos.
















El Circo de Nadal lleva dos décadas amenizando la Navidad de los vigueses. Y no afloja. Al contrario: el nivel del espectáculo no ha dejado de crecer en todo este tiempo y este año, coinciden en juzgar quienes lo han visto, roza la excelencia.
Todo está pensado para contar una historia, que en eso consiste el arte de verdad. En este caso la historia de Joana, la una niña valiente que, acompañada de elfos, muñecos de nieve y hadas, emprenderá una aventura hasta el lejano Reino de Polaris. Su misión: recuperar la luz de la estrella polar, robada por fuerzas oscuras. Entre pruebas mágicas, momentos de humor y canciones interpretadas en directo, la pequeña descubrirá que incluso en la noche más cerrada siempre puede brillar la esperanza.
El resultado es prodigioso. No solo por la iluminación o la ambientación sonora, sino también por la historia que se cuenta, el cuidado primoroso del vestuario, la escenografía cambiante y las coreografías. El espectáculo se repetirá cada día, para quien lo quiera ver, hasta el 11 de enero. Ah! Y su título es Viaxe a Polaris, pero eso tal vez sea lo menos.





































