Suele ocurrir por estas fechas y ha vuelto a pasar este martes, tal y como bien habían leído los hombres y mujeres del tiempo entre las isobaras. En los pronósticos meteorológicos anticipaban mucha inestabilidad atmosférica para este martes debido a la circulación del noroeste que arrastra aire frío de latitudes más altas.
Se esperaban chubascos generalizados durante todo el día, acompañados localmente de chaparrones intensos e incluso granizo. Y de todo eso hubo a primera hora de la tarde de este martes. Y a lo grande. Fueron sólo unos pocos minutos, pero cualquiera diría que se desató entonces el diluvio universal.
En realidad, fueron pocos los rayos que cayeron, de hecho en todo el día y en toda Galicia van algo menos de 200, de los que únicamente tocaron tierra unos 80, pero los que cayeron en las proximidades lo hicieron con furia y gran estruendo, como sabe cualquiera que conviva con animales, muchos de los cuales buscaron refugio bajo las camas o las sillas de sus casas.
En algunos puntos, como en la península de O Morrazo, cayeron bolas de granizo como canicas, generando un ruido de mil demonios. Por momentos, circular por las carreteras del área se convirtió en una empresa demasiado arriesgada, aunque afortunadamente sin consecuencias para ningún conductor.
Puede volver a repetirse, suceder de nuevo incluso lo que pasó ayer, cuando fue tanta la agua que cayó en tan poco tiempo que algunas zonas de la ciudad de Vigo, normalmente inmunes a las caídas masivas de agua, se convirtieron en auténticos lodazales por los que apenas era posible caminar.
En todo caso, nada quer no se esperase ya: toda Galicia estrá durante toda la semana bajo la influencia de varios centros de bajas presiones situados en Gran Bretaña, por lo que lloverá de forma intermitente todos los días porque estamos en medio de un tren de borrascas. En la costa tenemos alerta naranja, con olas de seis o siete metros, y nada hace sospechar que la cosa vaya a mejorar ni en las próximas horas ni en los próximos días.






















