La reciente solicitud de Uber al Concello de Vigo para operar servicios urbanos ha desatado una ola de incertidumbre en la ciudad, especialmente entre el sector del taxi. Según diversos medios de comunicación locales la empresa, que contactó con el Concello mediante un correo electrónico del que no recibió respuesta, busca expandir su presencia en Galicia. En un contexto marcado por una normativa autonómica que restringe los vehículos de transporte con conductor (VTC) a servicios entre municipios, la propuesta de Uber plantea un desafío para el sector del taxi, que goza del respaldo del alcalde Abel Caballero. Mientras los taxistas alertan de una “competencia desleal” que podría fracturar su modelo de servicio público, voces como la de Antonio de Taxis Galicia abogan por una modernización del sector.
Un correo que enciende la polémica
Uber, la plataforma global de transporte con conductor, ha puesto sus ojos en Vigo, una ciudad que hasta ahora ha confiado en los taxis y el transporte público para cubrir sus necesidades de movilidad. Según informó Atlántico Diario, la empresa envió un correo electrónico al Concello para explorar la posibilidad de modificar la ordenanza municipal que regula los servicios urbanos, actualmente exclusivos de los taxis. La falta de respuesta por parte del consistorio refleja la cautela del gobierno local, liderado por Abel Caballero, quien ha reiterado su apoyo al sector del taxi. En declaraciones a la TVG, el alcalde fue tajante: “Aquí hay taxis y funcionan bien. No echo en falta nada porque con los taxis nos va bien”.
La normativa gallega, que limita los VTC a trayectos interurbanos, representa una barrera significativa para Uber. Para operar dentro de Vigo, la empresa necesitaría una autorización expresa del Concello, algo que parece improbable dado el respaldo municipal al modelo actual. Sin embargo, la sola mención de Uber ha generado nerviosismo entre los taxistas, que ven en esta plataforma una amenaza a su sustento y al servicio público que prestan.
El sector del taxi en Vigo, un modelo bajo presión
El taxi en Vigo se posiciona como algo más que un medio de transporte; es un pilar del servicio público, con tarifas reguladas por el Concello y una cobertura que abarca desde trayectos cortos hasta traslados especializados para personas con movilidad reducida. Emilio Mosquera, presidente de la Cooperativa de Autotaxis Provincial, subraya la incompatibilidad de Uber con este modelo: “La normativa prohíbe a los VTC realizar servicios urbanos. Consideramos que su llegada es imposible, y el propio Abel Caballero, recientemente, nos ha arropado al confirmar que la movilidad en Vigo está cubierta por los taxis y los autobuses”. Mosquera, cuya postura refleja el sentir mayoritario del sector, destaca el compromiso de los taxistas con la ciudad, reforzado tras la reciente Asamblea Anual Nacional del Taxi, celebrada en Vigo a la que acudieron representantes del sector de toda España, en la que se vio respaldado por el regidor local.


Los taxistas consultados por Vigoé coinciden en que la llegada de Uber alteraría el equilibrio del sector. Luis, con 25 años de experiencia, enfatiza la dimensión humana del taxi: “Nosotros ayudamos a las personas, desde subir al coche hasta llevar sillas de ruedas. Uber solo busca beneficio, sin importar las necesidades del usuario”. Pablo, con tres años en el sector, considera que “Vigo no necesita plataformas VTC; los taxis son suficientes para una ciudad de este tamaño”.
Por su parte, Manuel, con 30 años de trayectoria, denuncia una “competencia injusta”: “Uber tributa de forma diferente y prioriza trayectos rentables, mientras nosotros atendemos a todos, desde el portal de un vecino hasta un centro de salud”. Pedro, con más de dos décadas al volante, advierte: “Ya somos muchos taxis para el mismo pastel. Si entran plataformas como Uber, el reparto será aún más difícil”.

El sector debe adaptarse
No todas las opiniones son unánimes. Antonio, de Taxis Galicia, una empresa que combina taxis y VTC, ofrece una visión más matizada. Con 25 años en el sector, Antonio aboga por la modernización del taxi para competir en un mercado cambiante: “El sector debe adaptarse. Los usuarios quieren saber cuánto pagarán antes de subir, algo que las plataformas digitales ofrecen” y critica duramente la especulación con las licencias de taxi, que en ciudades como Santiago alcanzan los 270.000 euros: “Eso no es productivo para el país. Cuando un taxista se jubila, la licencia debería volver al Ayuntamiento, no convertirse en un negocio”.
Antonio también relativiza el impacto de Uber: “La verdadera competencia no son las VTC, sino las subvenciones al transporte público, que restan clientes a taxis y VTC por igual”. Sin embargo, reconoce que las VTC no son viables por sí solas en ciudades gallegas como Vigo, donde podrían complementar, pero no reemplazar, al taxi. Su postura subraya la necesidad de un debate más amplio sobre la regulación y la innovación en el sector.
De la misma manera, Antonio cuestiona el sistema de tributación por módulos que utilizan muchos taxistas en Vigo y en toda España, un régimen simplificado que permite pagar impuestos en función de estimaciones fijas, como el número de vehículos o la actividad, en lugar de los ingresos reales. Según Antonio, este sistema genera una percepción de desigualdad fiscal frente a las VTC, como Uber, que operan bajo el régimen de estimación directa, donde los impuestos se calculan sobre los beneficios reales. “Los taxistas se quejan de que Uber paga menos impuestos, pero ellos están en módulos, que no siempre reflejan lo que realmente ganan. Es una ventaja que no reconocen”, afirma. Para él, los módulos pueden ser una carga administrativa menor para los taxistas, pero también perpetúan un sistema opaco que dificulta una competencia equitativa.
Esta crítica apunta a una falta de transparencia en el sector del taxi, que, según Antonio, utiliza el argumento fiscal para atacar a las VTC sin cuestionar sus propias prácticas. “Si el taxi quiere competir, debe modernizarse, empezando por un sistema fiscal más justo y adaptado a la realidad actual”, sostiene, sugiriendo que una tributación basada en ingresos reales podría nivelar el terreno y mejorar la imagen del sector.

Una hipocresía selectiva
Antonio también destaca lo que considera una hipocresía en las críticas del sector del taxi hacia plataformas como Uber, comparándolas con otras empresas tecnológicas como Booking. “Todo el mundo se queja de Uber, pero nadie dice nada de Booking o Air BnB, que opera de forma similar, tomando una comisión por conectar usuarios con servicios”, explica. Según Antonio, Booking, al igual que Uber, es una plataforma digital que intermedia entre clientes y proveedores (hoteles, en este caso), pero no enfrenta la misma oposición visceral que las VTC. “Los taxistas critican a Uber por su modelo de negocio, pero no cuestionan a Booking, que también compite con negocios locales y tributa fuera de España en muchos casos”.
Esta comparación subraya una contradicción en el discurso del taxi, que centra su rechazo en las VTC mientras ignora otras plataformas que operan bajo lógicas similares. Para Antonio, esta actitud refleja una resistencia al cambio más que una crítica fundamentada. “El problema no es Uber o Booking, es que el taxi no se ha adaptado a un mundo donde los usuarios quieren digitalización, transparencia y precios claros antes de contratar un servicio”, argumenta.
Entre la modernidad y la tradición
La posible llegada de Uber a Vigo plantea un dilema entre la innovación tecnológica y la defensa de un modelo de servicio público consolidado. Por un lado, Uber podría atraer a usuarios jóvenes y turistas acostumbrados a sus aplicaciones, ofreciendo comodidad y precios dinámicos. Sin embargo, este modelo choca con las tarifas reguladas de los taxis, que garantizan estabilidad para los usuarios y evitan subidas en momentos de alta demanda.
Para los taxistas, el impacto económico sería significativo. Vigo cuenta con una flota de taxis optimizada para la ciudad, con mejoras recientes como vehículos más modernos y dos emisoras de radio. La entrada de Uber podría reducir los ingresos de los taxistas, especialmente en trayectos cortos, que son menos atractivos para las VTC. “Uber prefiere traslados entre empresas o al aeropuerto, pero no llevará a un vecino desde su casa al médico por unos pocos euros”, apunta Manuel. Esta selectividad podría dejar desatendidas ciertas demandas, rompiendo el principio de cobertura universal del taxi.

El marco regulatorio, una barrera para Uber
La normativa gallega es clara: los VTC solo pueden operar en trayectos interurbanos, y los servicios urbanos requieren autorización municipal. Esta restricción, diseñada para proteger el modelo de taxi, limita las opciones de Uber en Vigo. La falta de respuesta del Concello sugiere que no hay voluntad de modificar la ordenanza actual, una postura reforzada por las declaraciones de Caballero. En otras ciudades gallegas, como A Coruña, Uber y Cabify han enfrentado resistencias similares, y su retorno está en estudio, pero sin avances concretos.
A nivel nacional, el sector del taxi ha logrado mantener su hegemonía en muchas ciudades gracias a regulaciones estrictas y movilizaciones. En Vigo, la Cooperativa de Autotaxis Provincial está preparada para defender sus intereses, respaldada por la experiencia de la Asamblea Nacional del Taxi. “No vamos a permitir que se rompa el modelo de servicio público que hemos construido”, sentencia Mosquera.
¿Qué futuro espera al transporte en Vigo?
La solicitud de Uber al Concello de Vigo ha abierto un debate sobre el futuro de la movilidad urbana en la ciudad. Mientras los taxistas defienden un modelo basado en la cercanía, la regulación y el servicio universal, plataformas como Uber representan una alternativa tecnológica que, aunque atractiva para algunos, no encaja fácilmente en el marco actual. La postura de Abel Caballero y la normativa gallega dificultan la entrada de Uber, pero la presión de las VTC podría forzar al sector del taxi a seguir modernizándose, adoptando herramientas digitales sin perder su esencia.
Los vigueses, de momento, no tienen espacio para la elección. Sin embargo, el intento de Uber por desembarcar en la ciudad es un recordatorio de que la movilidad urbana está en constante evolución.