Cuando se habla de un cerebro joven no quiere decir que este vaya a comportarse o a pensar como un adolescente toda la vida. Se refiere a mantener una buena capacidad cognitiva y de atención, conservar la memoria y tener una respuesta de reacción ante los problemas de forma rápida y eficaz.
El cerebro es un músculo y, como el resto de los músculos que entrenas en el gimnasio, hay que trabajarlo, desafiarlo y hacer todo lo posible para que se mantenga en buena forma, sobre todo con el paso de los años. Las investigaciones científicas llevadas a cabo en las últimas décadas demuestran que la ejecución de tareas donde se emplea el aprendizaje y la memoria como leer con regularidad, aprender un idioma, realizar algún curso, tocar un instrumento, o adentrarse en cualquier tema desconocido, regeneran las neuronas. Se trata del proceso conocido como la neurogénesis. Aprender cosas nuevas no solo puede aumentar tu inteligencia, también te ayuda a tener mejores ideas, aumenta la capacidad de adaptación y te brinda la capacidad de resolver los problemas de manera rápida y eficiente.
Es difícil aceptar el hecho de que pasan los años y empezamos a olvidar citas, repetir preguntas a la información escuchada hace minutos o desatender tareas rutinarias por falta de concentración. Las pistas que señalan deterioro cognitivo no deberían pasarse por alto. Es necesario analizarlas y trabajarlas para evitar la demencia o el alzhéimer.
A medida que envejecemos, es natural que nuestra memoria y habilidades cognitivas vayan disminuyendo. Pero hay algunas señales que pueden indicar un deterioro acelerado, y es por eso que hay que estar atento. Además del entrenamiento al cerebro, expertos en la salud cerebral aconsejan 3 prácticas que podemos incorporar cada día para mantener nuestro cerebro activo y joven.
1. Movimiento físico diario y alimentación saludable
Mantenerse físicamente activo e incorporar movimiento regular es excelente para la salud cerebral. También mejora tanto el estado de ánimo como la cognición. Puede ser desde salir a caminar hasta tomar clases de baile, entrenar en el gimnasio, ir a natación, pilates, yoga o lo que suponga mayor motivación. Lo importante es moverse. Además del ejercicio, es importantísimo acompañarlo de una buena dieta Mediterránea que nos proporcione las vitaminas y nutrientes necesarios para el cerebro.
2. Tener una buena higiene del sueño
Durante el sueño profundo, el cerebro elimina desechos y consolida la memoria. Dormir mal puede imitar o empeorar los problemas cognitivos. Priorizar un sueño de calidad mediante una rutina nocturna, sin pantallas, con la lectura de un libro o actividades reflexivas antes de acostarse puede ayudarte a relajarte y permitir que el cerebro entre en una fase restauradora, lo que favorece un mejor descanso.
3. Conexiones sociales saludables
Tener vínculos saludables es uno de los mejores combustibles para el cerebro. La amistad es un recordatorio de que no estamos solos, lo cual contribuye con nuestra salud física y mental. Conversar y conectarse con otras personas cada día, aunque sea una simple llamada telefónica, estimula el cerebro y reduce el sentimiento de aislamiento, además de prevenir la pérdida de memoria y la depresión.