En esta muestra, comisariada por Susana González, se integran las principales características de las trayectorias de ambas artistas, representativas del panorama creativo contemporáneo español.
Los trabajos que integran la muestra reúnen las principales características de sus respectivas trayectorias. Según explica la comisaria de la exposición en el texto que acompaña a la obra existe «un nexo de unión entre los conceptos que estudia la entropía: el orden, el desorden, el azar, el destino y la suerte, junto con otras nociones como lo inestable, la fragmentación o lo informe y las ideas expresadas por ambas artistas».
Así, remarca que «la entropía es una magnitud termodinámica que contiene dos importantes acepciones, por un lado, el desorden y por otro, el grado de organización de los sistemas. Pero también tiene que ver con la incertidumbre y la cantidad de información presentes en un proceso comunicativo».
A partir de ese punto, Susana González destaca que los trabajos de ambas artistas «constituyen una mirada actual que establece el orden en el caos de aprehender una realidad desde una apariencia absolutamente equilibrada y poética».
Ambas obras «devienen de una serie de encuentros con objetos que actúan como puntos de inflexión para dar lugar a un procedimiento de construcción. El encuentro casual, el acercamiento a los materiales, la reutilización, la reconstrucción, la reinterpretación y la nueva recontextualización, son parte del proceso de trabajo».
Y es que ambas «no solamente eligen objetos al azar fabricados en masa con el fin de exhibirlos como obras de arte, sino que existe un acto de preferencia en la elección, de selección de algunas cualidades estéticas con las que otorgar una nueva significación a la obra».
De este modo, los trabajos de Belén «hablan de la ordenación del cosmos, del universo, de lo aleatorio o lo inesperado, de aspectos relacionados con la estructura y sus principios, y del flujo de los materiales. Su obra es una búsqueda del orden por medio de un proceso sistemático y riguroso como vehículo para la transgresión, la experimentación y el juego.
Por su parte, Irma Álvarez-Laviada «toma prestado el lenguaje minimalista para traspasar los límites del lienzo y el uso de un estilo mixto que juega con los códigos de la pintura y la escultura. Su trabajo se caracteriza por la preeminencia de la forma, los planos de color y la fragmentación compositiva. Bajo esta premisas dirige sus intereses estéticos y conceptuales hacia la arquitectura y su contexto».