La vida de los dos buzos que forman parte del conjunto escultórico del Capitán Nemo, entre la playa de Cesantes y la Isla de San Simón, no es fácil. Nunca lo ha sido. Viven instalados en un cruce de atlánticas corrientes marinas que los someten a un enorme desgaste. Junto a ellos, pero en un plano más elevado, el Capitán Nemo los observa buscar los tesoros de Rande y a él se le ve mucho más joven.
Por eso, Nemo se ha quedado en su sitio, mientras que los dos buzos que componen este monumento que homenajea a la novela ‘Veinte mil leguas de viaje submarino’, de Julio Verne, están en estos días en la Fundición Arte Bronce, en Goián, en el municipio de Tomiño. Allí, a unos 60 kilómetros del emplazamiento del conjunto escultórico, está la única fundición de Galicia capaz de reparar esta escultura.
La dirige desde 1991 María Cruz Piñeiro Álvarez, más conocida como Cuqui Piñeiro, a quien Sergio Portela, autor del conjunto escultórico junto a Ramón Lastra, le ha pedido que le dé a los buzos una mano de chapa y pintura, por así decir.
Carcoma marina
«Si los ves de cerca es como si tuviesen carcoma, como si tuviesen un gusano que les va comienzo el bronce. Hay zonas picoteadas como si fuese carcoma», ha explicado Cuqui Piñeiro a Vigoé. Si Cuqui Piñeiro puede ver este deterioro mejor que nadie, no es sólo porque ambos buzos estén ahora mismo sobre palés en su taller, sino porque ya los ha chorreado, lo que ha servido para limpiarlos de mejillones y lapas, y para comprobar que la escultura está «muy deteriorada por la erosión marina».
No es un ninguna sorpresa. O no debería. La escultura, hoy uno de los grandes atractivos turísticos de la Playa de la Punta (Cesantes), fue instalada en 2004, y ya en 2011 tuvo que ser sometida a una primera rehabilitación. Además, se reforzó su base para que resistiese mejor el empuje de las olas y el roce de las corrientes. No fue la única intervención. Van cuatro hasta el momento. Pero, a la vista, está, no ha sido suficiente.
«La mitad inferior de la figura que está de pie tiene las piernas más deterioradas», explica Cuqui Piñeiro, según la cual, al buzo arrodillado le falta el hacha que blandía y que estaba soldada a la figura, de modo que hay que volvérsela a colocar.
«La soldaremos y repararemos soldaduras», ha explicado Cuqui Piñeiro, a cuya fundición corresponde tratar de eliminar en la medida de los posible los agujeros que hay en la superficie de ambos buzos.
Mal lugar, buen futuro
«El diseño, como esta planteado, era para que los buzos estuviesen sumergidos en la isla de San Simón. Y allí hay corrientes fuertes. Un barco golpeó a un buzo y desplazó el muerto en que estaba montada la figura. Hubo que desmontarlo, pusimos nuevos pernos, pero están totalmente comidos por el agua. También pusimos tornillos de titanio, y esos están intactos, pero el acero inoxidable está comido, en algo menos de 30 años», explica Piñeiro.
Esta profesional da por hecho que dentro de unos cuantos años habrá que actuar de nuevo sobre este conjunto escultórico, pero no hay que temer por el futuro de Nemo y los buzos: «Las figuras están bien. No perdieron la esencia ni la calidad, pero tiene un mantenimiento porque ahí hay dos corrientes, que chocan una contra la otra en ese punto».
La idea es que la Fundición empiece a trabajar en ambos buzos el mes que viene. Cuqui Piñeiro afirma que se trata de «un trabajo delicado, de atención, pero que no exige algo especial», por lo que una vez les metan mano a los buzos, estarán listos en una semana o diez días. Preparados para regresar de nuevo a su emplazamiento habitual, en la playa de A Punta, a resistir, y nunca mejor dicho, contra viento y marea.