Las delegaciones de Ourense, Pontevedra y Vigo del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG) acaban de fallar los galardones de los Premios Gran de Area de Aportación a la Arquitectura 2025.
Y entre ellas se encuentran dos importantes actuaciones ejecutadas en el centro de la ciudad de Vigo, concretamente en la calle Marqués de Valladares y alrededor de edificaciones muy características que giran sobre Bar Boo y el edificio Ribas. Además, los premios Gran de Area premian otras dos actuaciones más en la comarca viguesa, exactamente en los concellos de Oia y Mondariz.
Como destacan desde el COAG, estas distinciones «suponen un reconocimiento a la labor conjunta y necesaria de todos los agentes que intervienen en el proceso de gestación y construcción» de una obra de arquitectura «de calidad» desarrollada en las demarcaciones de Ourense, Pontevedra y Vigo.
Y el objeto del certamen es «destacar» el valor de la obra arquitectónica, una “pequeña pero importante aportación a la arquitectura, a la creación y a la puesta en valor del entorno”.
Así, en Vigo se premian proyectos de relevancia, destacando la restauración de la vivienda particular del modernista arquitecto vigués Xosé Bar Boo, «tan genial como perfeccionista», como valoran sus promotores y el responsable que firma el proyecto, Pablo Menéndez Paz.
En la quinta planta del número 27 de la calle Marqués de Valladares y respondiendo a la propuesta presentada al premio, el jurado valoró la «extraordinaria sensibilidad» con la que se aborda la restauración de este piso particular «mostrando un profundo respeto por la obra original y por los valores espaciales, constructivos y materiales que definen su arquitectura».
Se reconoce la conservación de la esencia de este patrimonio doméstico único, preservando la autenticidad de un proyecto «que es al tiempo biografía y legado arquitectónico». La intervención, «precisa y contenida», como la definen, «afronta la restauración manteniendo la coherencia formal y conceptual con la propuesta original de Bar Boo».
El jurado destaca también el papel ejemplar del promotor, que asumió el compromiso de preservar y actualizar este espacio vital con un «respeto admirable». El resultado, matizan, «es una restitución serena y respetuosa de la vivienda, reafirmando el valor de la conservación frente a la transformación innecesaria».
La reforma se llevó a cabo en espacios concretos de la vivienda, buscando mantener su espíritu racionalista. Los espacios a intervenir fueron ambos baños, ubicados cada uno en una planta distinta de la vivienda y el tocador del vestidor. Además se realizó alguna sustitución y la restauración de elementos en casi todas las estancias. La restauración se separó por secciones de forma que los desmontajes y en su caso las pequeñas demoliciones se realizaron de la forma más controlada posible: baño planta baja, baño planta alta, vestidor y resto de la vivienda.




Irisarri y Piñera
La segunda obra galardonada con el Premio Gran de Area 2025 es para la actuación llevada a cabo en los números 39, 41 y 43 de la misma calle Marqués de Valladares y proyectada por los afamados arquitectos vigueses Jesús Irisarri y Guadalupe Piñera.
La ejecución de esta nueva obra y rehabilitación del edificio para convertirlo en viviendas, locales y garajes es valorada por el jurado por «su capacidad para establecer un diálogo sensible y respetuoso entre la arquitectura preexistente y la nueva intervención», recuperando el edificio Ribas y restituyendo su fachada original como parte de una lectura histórica continua de la calle.
La organización del edificio alrededor de un único patio-paisaje «crea un interior luminoso y continuo que introduce la naturaleza en el corazón del proyecto», destacan desde el COAG. Además, la disposición pasante de las viviendas, abiertas tanto a la calle como al patio, es otro de los aspectos que resaltan al «proporcionar calidad espacial, ventilación natural y una relación enriquecida con el exterior, alcanzando una integración ejemplar entre memoria y contemporaneidad».
Y como destacan los propios redactores del proyecto, el solar sobre el que se levanta la actuación se encuentra en una calle «que es un libro abierto de la evolución de la arquitectura en Vigo, recogiendo aquello que las técnicas y la cultura de cada época aportó». Y es que se agruparon fincas, dos vacías, y otra en esquina ocupada por el edificio Ribas, ejemplo de la arquitectura racionalista, del arquitecto F. Castro.
Este último no estaba protegido por Patrimonio pero aún así Irisarri y Piñera «estimaron» valiosa su recuperación, «tanto por mantener la riqueza de aportaciones de cada época, como desde el pensamiento acerca del ciclo de vida en arquitectura y la capacidad de aprovechamiento y reciclaje de lo existente».
Se restituye así la fachada original recuperando huecos y materiales mientras la marquesina recoge el vuelo de la parcela vacía y da unidad al conjunto valorando la esquina con la calle Colón.






En Oia y Mondariz
Mientras, en el área de Vigo, los premios llegan a Oia y Mondariz. En el primer caso se trata de la ordenación del recinto monacal y encuentro costero del Real Mosteiro de Oia, de los arquitectos Rodríguez y Pintos Arquitectos y Santiago Pintos Pena.
El jurado valoró en este caso el planteamiento «respetuoso» y «el compromiso de recuperar no solo un conjunto patrimonial singular, sino también el modelo sostenible que sostuvo históricamente la relación del Mosteiro con la villa y con el entorno».
La propuesta ofrece una «visión integral», incorporando la totalidad del recinto —edificios, huertas, jardines y zona forestales— para «reinterpretar, desde criterios de sostenibilidad ambiental, social y económica, un ecosistema que combina conservación y nuevos usos compatibles con el lugar».
El jurado reconoció también la «visión y perseverancia» de los promotores, que durante casi dos décadas mantuvieron el compromiso de «hacer viable la recuperación y gestión» de este Ben de Interés Cultural, «contribuyendo a la revitalización de un enclave arquitectónico y paisajístico único» en el contexto gallego.



En este caso, los proyectistas buscaban articular un modelo de «triple sostenibilidad». Ambiental, recuperando técnicas pasivas tradicionales para minimizar el impacto ecológico. Social, abriendo el monasterio al pueblo para convertirlo en su epicentro cultural y vecinal, generando empleo local y dedicando casi 2.000 m² a uso público. Y económico, donde un hotel de 74 habitaciones, spa y restaurante generarán los recursos necesarios para la conservación perpetua del Bien.
Este modelo permite «un acto de justicia histórica», consideran ya que los espacios más nobles y abovedados no serán exclusivos, sino que albergarán un museo —exponiendo los dibujos de los presos republicanos—, una biblioteca y salas de conferencias. Además, se recuperarán 40.000 m² de sus jardines y bancales históricos.
Así, Oia «no solo restaura un monumento; escribe un nuevo capítulo donde el patrimonio se convierte en un motor de futuro sostenible, asegurando que su legado perdure y sirva a su comunidad», subrayan en su planteamiento ganador.






Por último, en el caso de Mondariz, se trata del proyecto de una vivienda unifamiliar en Vilasobroso que firma el estudio de arquitectura vigués Cendón-Vázquez Arquitectos SCP.
El jurado valoró esta vivienda por su capacidad de integrar una arquitectura contemporánea en un paisaje rural de edificación dispersa. «El proyecto reinterpreta las formas de vida y las necesidades actuales en un contexto tradicional», consideran.
Y así, su volumetría, «sencilla y fragmentada, adapta la edificación a la escala del entorno, manteniendo un diálogo natural con las preexistencias».
El empleo consciente de materiales y soluciones constructivas contemporáneas, ajenas al imaginario tradicional, se convierte aquí en un valor añadido, al contribuir a una integración respetuosa y honesta con el paisaje abierto en la que se inserta la vivienda.







57 proyectos, 12 premiados
Este año se presentaron 57 proyectos de «muy diversas escalas y localizaciones», que son el resultado «que aglutina el mejor de los arquitectos y de las arquitectas, pero también de todos los agentes de obra que los acompañan en el proceso constructivo», detallando aquí a los promotores, ingenieros, constructores y mismo artesanos de la madera y del metal, entre otros.
Se trata de obras de carácter urbano, habitacional, industrial, comercial o paisajístico, y con escalas también muy diferentes, desde pequeñas intervenciones, casi estratégicas, la otras que mismo resuelven espacios urbanos la escala de ciudad.
El jurado manifestó su «satisfacción» por recibir tan notable diversidad de propuestas, tanto en sus características como en su escala, incluyendo proyectos de carácter residencial, dotacional y de espacio público, así como intervenciones de restauración, rehabilitación, diseño de interiores y otras actuaciones de distinta entidad y complejidad arquitectónica.
“Estamos satisfechos por la alta participación y por la notable calidad y diversidad de las obras presentadas, que hicieron especialmente compleja la selección final. Las obras premiadas acercan contribuciones particularmente valiosas a la arquitectura, ejemplificando rigor, sensibilidad y calidad arquitectónica”, destacó el jurado–.
Después de horas de intensas liberaciones, el jurado seleccionó 12 obras (4 obras ubicadas en cada una de las tres demarcaciones colegiales). La entrega de premios se celebrará a comienzos del próximo año en un lugar y fecha aún sin determinar.


























