Un velo anaranjado ha teñido la ría de Vigo en los últimos días, transformando las aguas de Bouzas, el puerto y el entorno del Museo do Mar en un lienzo natural que despierta asombro y curiosidad. Este fenómeno, conocido como marea roja, no es un vertido contaminante, como muchos vecinos temieron al inundar de consultas los concellos del Morrazo y las redes sociales con sus dudas, sino una proliferación estacional de la microalga Noctiluca scintillans. Inocua y característica del otoño gallego, esta alga regala un espectáculo nocturno único: el “mar de ardora”, un brillo bioluminiscente que convierte la ría en un escenario mágico.
Noctiluca scintillans: la chispa luminosa del océano
La Noctiluca scintillans, protagonista de la marea roja actual, es una microalga unicelular que se multiplica en la superficie del agua, creando manchas rojizas o anaranjadas visibles desde la costa. Este organismo, que no es una planta sino un dinoflagelado heterótrofo, se alimenta de plancton y otros nutrientes abundantes en la ría durante el otoño, cuando las temperaturas suaves y las corrientes tranquilas favorecen su proliferación. “La Noctiluca scintillans es completamente inofensiva, tanto para las personas como para el marisqueo, y su presencia refleja la riqueza biológica de nuestro ecosistema”, explica María García Portela, investigadora del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en el Centro Oceanográfico de Vigo. “Es una de las principales responsables de la bioluminiscencia, un fenómeno que se aprecia especialmente en los meses cálidos”.
El “mar de ardora”, como se conoce este brillo, surge cuando las olas, los barcos o incluso un simple movimiento en el agua agitan las colonias de Noctiluca, activando su capacidad de emitir luz mediante una reacción química.
Un fenómeno natural, no un peligro
A diferencia de mareas rojas tóxicas, como la causada por Alexandrium minutum en el verano de 2018, que obligó a cerrar el marisqueo en la ría por sus toxinas paralizantes, la proliferación de Noctiluca scintillans no representa riesgos. “Es cierto que el color rojizo puede confundirse con blooms tóxicos como los de Alexandrium minutum, que afectan gravemente al marisqueo, pero en este caso estamos ante un fenómeno benigno que no altera la actividad pesquera ni la salud humana”, subraya García, cuya investigación en el IEO monitorea estas proliferaciones para garantizar la seguridad de la ría. En 2018, la marea tóxica generó pérdidas económicas significativas, pero la actual, confirmada como inofensiva por los análisis del Centro Oceanográfico, permite que bañistas, mariscadores y turistas disfruten del entorno sin restricciones.
La confusión inicial entre los vigueses, que alertaron a las autoridades locales ante la posibilidad de un vertido, refleja la necesidad de divulgar estos fenómenos naturales. “La ría es un sistema vivo que responde a ciclos estacionales, y la Noctiluca es un indicador de su salud”, añade García Portela, invitando a la ciudadanía a observar el fenómeno con calma en lugar de temor.
El cambio climático, que eleva las temperaturas del agua y altera los patrones de corrientes, podría intensificar estas proliferaciones en el futuro. Por ello, el IEO y el Centro de Investigacións Mariñas (CIMA) mantienen un monitoreo continuo, estudiando cómo los blooms de Noctiluca reflejan la salud del ecosistema y su respuesta a las condiciones ambientales.





















