Todo Vigo esperaba que comenzaran las obras de la urbanización del Barrio do Cura, cuyo proyecto permaneció paralizado durante muchos años por diferentes motivos y porque los intereses de unos y de otros, incluidos los políticos, no cuadraban. Todo eran disculpas e incluso algunos promotores abandonaron el proyecto y casi se arruinaron —-o sin casi—-. Pero de repente, al cabo de los años y por arte de birlibirloque, las piezas “encajaron”, digámoslo así, y la maquinaria urbanística se puso en marcha, con la aquiescencia, por supuesto, del departamento de urbanismo del Concello de Vigo.
Cabe preguntarse cuán sucias habrán sido las maniobras de un pasado para extorsionar a quienes querían poner en marcha ese proyecto y no pudieron ganar la batalla y terminaron por abandonar la iniciativa. ¿Con qué conciencia duermen quienes se benefician de todas esas zancadillas, si realmente la tienen?
Sea como fuere, por fin, la urbanización va adelante. Es muy necesaria para adecentar el barrio y enlazar unas zonas con otras adecuadamente, modernizando el entorno. Pero no nos engañemos: se trata de una urbanización para bolsillos bien llenos, para economías muy sobradas; no es una urbanización para pobres, y quien diga lo contrario, miente. Cualquiera de esos pisos o locales, incluso los más pequeños, no estarán al alcance de la inmensa mayoría de la población; es un lugar privilegiado y los precios son muy elevados. Es lógico.
Por supuesto que los promotores tienen su negocio y cualquiera en su lugar intentaría una rentabilidad máxima. Téngase en cuenta que cada altura del conjunto de los edificios conlleva una enorme ganancia. Pero todo tiene un límite. Y ellos no tienen la culpa, sino quienes le permiten semejante volumen de construcción, tapando las vistas del mirador del Paseo de Alfonso XII.
La gente de a pie está indignada cada vez que ve la obra porque las alturas de los edificios de esa urbanización van subiendo y casi tapan unas vistas que son de toda la ciudadanía viguesa, y no de los políticos que los representan. Los votos no constituyen una concesión en blanco para hacer lo que les da la gana; la ciudad es de todos, y no de sus gobernantes.
Se ha criticado muchas veces el urbanismo sin control de los años sesenta y setenta del pasado siglo XX y ahora estamos cayendo en el mismo error. Los promotores están al negocio, es lógico, esta urbanización es un gran negocio, pero la ciudad de Vigo necesita que los dirigentes vigilen los intereses generales, el equilibrio necesario entre el negocio y lo que es de toda la ciudadanía. Que no vengan con la disculpa barata que luego harán plazas, balcones y miradores públicos en la nueva urbanización, eso ya se habló con el Abrir Vigo al Mar y todo el mundo comprobó que el mar se quedó cada vez más lejos de la ciudad.
La urbanización del Barrio do Cura está a punto de ocluir parte de las vistas del mirador del Paseo de Alfonso XII, algo inadmisible e innegociable. El mirador del Paseo de Alfonso XII debe conservarse como tal. La historia les pasará factura a quienes lo están consintiendo, que no son los promotores, son los políticos. Cuanto menos merecen el calificativo de sinvergüenzas.