Un pedazo de la historia naval viguesa se despide para siempre en un astillero indio. El ferry Aratere, construido en los Astilleros Hijos de J. Barreras de Vigo en 1998, ha sido vendido por la compañía neozelandesa KiwiRail para su desguace, poniendo fin a 26 años de servicio en la exigente ruta interinsular del Estrecho de Cook. Retirado en agosto pasado para dar paso a la modernización de la flota y las infraestructuras portuarias, este buque (que transportó millones de pasajeros y toneladas de carga entre Wellington y Picton) encarna el orgullo exportado de la ingeniería gallega, marcado por una vida de travesías heroicas y averías notorias.
De la ría al Pacífico sureño
El Aratere (cuyo nombre maorí significa «camino rápido») vio la luz en los talleres de Barreras el 8 de agosto de 1998, botado como un buque Ro-Ro (roll-on/roll-off) versátil para pasajeros, vehículos y trenes. Entregado en diciembre de ese año, su viaje inaugural fue una odisea: cruzó el Canal de Panamá, hizo escala en Papeete (Polinesia Francesa) y, el 19 de enero de 1999, arribó a Wellington para inaugurar la línea regular de Interislander. Con 12.596 toneladas brutas, 150 metros de eslora y capacidad para 400 pasajeros y 1.005 metros lineales de carga, el ferry se convirtió en el único con conexión ferroviaria en la flota de KiwiRail, un hito para la conectividad neozelandesa.
En Vigo, su construcción simbolizó la pujanza de un astillero que en los noventa apostaba por exportaciones globales, forjando alianzas con operadores remotos. «Era un buque diseñado para resistir las aguas turbulentas del Cook Strait, con un sistema diésel-eléctrico Wärtsilä de 13.430 kW que prometía eficiencia y potencia», recordaban fuentes del sector naval local. Su partida fue un orgullo para la ría, pero también el inicio de una saga marcada por el mar.
Ampliaciones y averías legendarias
La carrera del Aratere no fue la más plácida de las navegaciones. En 2011, un reacondicionamiento en el astillero Sembawang de Singapur lo transformó: se insertó una sección de 33,69 metros, elevando su eslora a 183,69 metros, las toneladas brutas a 17.816 y la capacidad a 650 pasajeros y 1.425 metros lineales de carga (o 32 vagones de tren). Sin embargo, su fama en Nueva Zelanda se teñiría de infortunios: apodado el «ferry gafado» por la prensa, acumuló averías que lo enviaron repetidamente a reparaciones.
Desde fallos en motores en 1999 y 2000, hasta una detención por inspección en 2005 (cuando inspectores marítimos lo tildaron de «estado espantoso»), el buque protagonizó titulares. El clímax llegó en junio de 2013, cuando perdió una hélice en el Estrecho de Cook por un fallo en el eje de propulsión, quedando a la deriva y requiriendo rescate en Sídney. A pesar de estos tropiezos, completó más de 20.000 travesías, transportando millones de pasajeros y fletes vitales en una ruta que une las dos islas principales del país.
Renovación y un retiro ecológico
KiwiRail anunció en abril de 2025 el retiro del Aratere para finales de agosto, confirmando su última travesía el 18 de ese mes. La decisión responde a la renovación de la flota: dos nuevos ferries con conexión ferroviaria, previstos para 2029 y construidos en el astillero GSI de China, exigen demoler infraestructuras obsoletas en Picton. «El Aratere no es adecuado para la mayoría de operadores actuales por su antigüedad y requiere modificaciones significativas o infraestructura especializada», explicó la compañía en un comunicado. «Hemos buscado un reciclaje seguro, eficiente y respetuoso con el medio ambiente» en un desguace indio, priorizando la sostenibilidad sobre una posible reventa.
El retiro implica ajustes: hasta 2029, KiwiRail usará «road bridging» en otros buques para el flete ferroviario, y eliminará 70 empleos a bordo. Para Vigo, es un cierre nostálgico: el Aratere fue uno de los últimos grandes proyectos de Barreras antes de su reestructuración, un testimonio de la capacidad exportadora gallega que ahora, tras 26 años de olas y reparaciones, regresa al metal fundido.
En Nueva Zelanda, el ferry deja un legado mixto: esencial para la economía insular, pero recordado por sus infortunios.