Cuatro flamencos comunes, aves rosadas y esbeltas que suelen evocar las salinas de Cádiz o el Delta del Ebro, han elegido un rincón inesperado de la ría de Vigo para hacer una parada forzosa. Desde el pasado 2 de octubre, estos ejemplares no adultos se dejan ver en las Salinas do Ulló, en el municipio pontevedrés de Vilaboa, alimentándose y descansando en el espacio intermareal con una tranquilidad que contrasta con su origen migratorio. La hipótesis más plausible apunta a un desvío por un temporal que los apartó de su ruta desde Francia hacia Doñana o el sur de Portugal. Este avistamiento, inédito en el enclave desde 1971, transforma un humedal histórico en un imán para observadores de aves y refuerza su atractivo como destino emergente en la comarca.
De Francia a la ría de Vigo
Los cuatro flamencos (jóvenes, con plumajes aún no plenos en su rosado característico) parecen víctimas de un capricho meteorológico. Especialistas en migraciones consultados por la Alcaldía de Vilaboa sugieren que provenían de colonias francesas en el Mediterráneo, rumbo a los humedales sureños para el invierno, cuando un temporal atlántico los desvió hacia el norte. «Estas aves necesitan extensiones de agua poco profunda para filtrar alimento como moluscos y crustáceos, y las Salinas do Ulló les han ofrecido un refugio ideal», explica un portavoz municipal de la Alcaldía. Ahora, los visitantes se reparten en distintos puntos del intermareal, picoteando con su típico vaivén de cuello, ajenos al revuelo que han generado entre vecinos y naturalistas que incluso han llegado a colapsar el entorno de las salinas.
Este no es el primer capricho ornitológico en Galicia: hace unos años, flamencos han sorprendido en la ría de Arousa o las marismas de Noia, pero su elección de Ulló (un sitio sin precedentes desde hace más de medio siglo) añade un matiz de rareza. Con una envergadura de hasta 1,5 metros y un porte elegante, estos huéspedes inesperados convierten un paseo rutinario en una experiencia casi cinematográfica.
Las Salinas do Ulló, un tesoro histórico y natural de la ría
Ubicadas en el fondo de la ensenada de San Simón, las Salinas do Ulló son el mayor complejo salino preservado de Galicia, con orígenes en el siglo XVI y su apogeo en el XVII bajo la gestión de Antonio Mosquera Villar y Pimentel. Licenciadas para la extracción de sal en 1694 y cedidas a los jesuitas de Pontevedra, las salinas (que incluyen las de O Ulló y Larache) fueron un pilar económico local hasta su declive en el siglo XX. Restauradas en la primera década del siglo XXI, hoy forman un humedal protegido que alberga una biodiversidad rica: desde mejillones y lapas en las rocas hasta rapaces como el águila pescadora o mamíferos como el delfín mular que ocasionalmente asoma en la ría.
El enclave, accesible por una senda peatonal llana y bien señalizada desde la N-550, ofrece vistas privilegiadas a la isla de San Simón y un recorrido circular que invita a la contemplación. «La presencia de estos cuatro hermosos flamencos comunes en las Salinas do Ulló demuestra el enorme potencial turístico de este espacio natural único de la comarca pontevedresa», destacan desde la Alcaldía en redes. Aves que llevaban décadas sin verse en el municipio ahora eligen este rincón para una parada insólita, convirtiéndolo en un destino emergente para observadores de ave y ecoturistas. El Concello ha impulsado incluso un proyecto del CSIC para su puesta en valor, con una web interactiva que permite un recorrido virtual en 3D, ideal para quienes buscan naturaleza sin masificaciones.
El turismo ornitológico gana terreno
La llegada de los flamencos no solo es un golpe de suerte ecológico, sino un revulsivo para el turismo sostenible en Vilaboa. Lugares como las Salinas do Ulló, con su mezcla de historia industrial y avifauna variada (desde garzas hasta el avispón europeo y su predador, el ratonero común), atraen a un público que valora la quietud sobre el bullicio. «Que aves tan emblemáticas elijan ahora este enclave para hacer una insólita parada convierte a las salinas en un destino emergente para los amantes de la observación de aves», añaden desde Concello de Vilaboa, que invita a visitas responsables para no perturbar a los visitantes emplumados.
En un año donde Galicia consolida su red de humedales como reclamo verde, este avistamiento subraya el valor de preservar estos espacios. Mientras los flamencos descansen, Ulló se perfila como un secreto a voces: un rincón donde la ría de Vigo revela su lado más poético y rosado.