El estreno en Netflix de la serie Animal, protagonizada por Luis Zahera, ha traído un soplo de vida a los antiguos juzgados de la calle Lalín. En los dos últimos capítulos de esta comedia negra, el emblemático edificio se convierte en escenario de secuencias clave rodadas en su sala de vistas, el control de entrada de la Guardia Civil, despachos y escaleras. Mientras el litigio por su titularidad entre el Concello y la Xunta paraliza cualquier proyecto público, el inmueble encuentra una nueva utilidad temporal como plató de rodaje, un giro que contrasta con el bloqueo impulsado por el alcalde Abel Caballero.
‘Animal’, una comedia rural que choca con el mundo moderno
Para quienes aún no han descubierto Animal, la serie creada por Víctor García León y producida por Alea Media narra la historia de Antón, un veterinario gruñón y curtido en la Galicia rural que ve cómo su profesión se desmorona por la crisis del campo. Interpretado por Luis Zahera (conocido por papeles intensos en As Bestas o Vivir sin permiso), el protagonista acepta a regañadientes un empleo en la boutique de mascotas de su sobrina Uxía, encarnada por Lucía Caraballo. Allí, pasa de tratar vacas y ovejas a lidiar con perros mimados y dueños extravagantes, en un choque generacional y cultural que mezcla humor sarcástico con toques de crítica social al capitalismo y la precariedad.
El elenco se completa con nombres como Carmen Ruiz en el rol de Sabela, Antonio Durán ‘Morris’ como Vicente, y secundarios como Nuno Gallego, Sergio Abelaira o Adrián Viador, que aportan frescura a un reparto rodado íntegramente en Galicia. Con nueve episodios de unos 30 minutos cada uno, Animal explora temas como la adaptación familiar y el cuidado animal desde una perspectiva fresca y gallega, ambientada en el ficticio pueblo de Topomorto (inspirado en localidades reales como Dioño o Santiago de Compostela). Estrenada el 3 de octubre, ha sido recibida con elogios por su ritmo ligero y su retrato humano, posicionándose como una de las mejores ficciones españolas del año en la plataforma.
Los viejos juzgados: historia de un edificio en disputa
Los antiguos juzgados de la calle Lalín, inaugurados en los años 90 y cerrados progresivamente tras el traslado a la Ciudad de la Justicia en Pizarro, representan un capítulo clave en la historia judicial de Vigo. Durante décadas, albergó salas de vistas, despachos y archivos, pero su abandono ha dejado un inmueble envejecido y sin uso claro. La Xunta de Galicia planeaba rehabilitarlo con una inversión de casi 20 millones de euros para convertirlo en un centro de asociacionismo, ofreciendo espacios a entidades sociales y culturales. Sin embargo, este proyecto se ha topado con el rechazo frontal del Concello, que reclama la propiedad del suelo y ha suspendido licencias de obra, generando un litigio que paraliza cualquier iniciativa.
El Catastro confirma la titularidad autonómica del edificio, pero el regidor insiste en que el terreno es municipal y exige su devolución para dotaciones locales, como un auditorio o sala de conciertos en beneficio de barrios como Coia o Bouzas. Esta confrontación, que ha generado indemnizaciones a empresas constructoras por unos 600.000 euros, deja el futuro del edificio en el limbo judicial.
Un rodaje que ilumina el bloqueo de Caballero
En este contexto de estancamiento, el equipo de Animal solicitó y obtuvo una cesión temporal de la Xunta para grabar en marzo de 2024, cuando el edificio ya servía de plató para la entonces titulada Animal salvaje. Las secuencias finales, que incluyen vistas del control de entrada y las escaleras, aprovechan la arquitectura austera y evocadora del lugar para añadir dramatismo a la trama, aunque sin revelar spoilers sobre su rol exacto en la serie. No es la primera vez que el inmueble acoge producciones audiovisuales, ya sirvió de escenario para series como Auga seca o el caso Asunta, pero esta vez resalta el contraste: mientras el gobierno local bloquea planes públicos, el sector privado cultural inyecta actividad en un espacio olvidado.
Esta reutilización temporal subraya el potencial del edificio más allá de la disputa política. En un Vigo que busca equilibrar su patrimonio histórico con usos modernos, el rodaje de Animal ofrece un respiro creativo, recordando que la cultura puede ser un puente en medio de los bloqueos administrativos.