Anoche, tras la disputa del encuentro contra el Atlético de Madrid en Balaídos, el capitán del Celta de Vigo, Iago Aspas, inscribió su nombre con letras de oro en el panteón de la historia celeste. Con su participación en ese partido, «O Príncipe das Bateas» alcanzó la impresionante cifra de 533 partidos oficiales defendiendo la camiseta olívica, igualando el récord que durante más de cuatro décadas ostentó en solitario otra figura legendaria: Manolo, «O Gran Capitán».
El logo, consumado en el césped del estadio que ha sido testigo de su magia durante años, no fue solo una estadística; fue un acto de profunda carga emocional para el celtismo. Tras el pitido final, el propio Manolo entregó al delantero de Moaña una camiseta conmemorativa, un gesto simbólico que representó la transferencia de un testigo histórico y el respeto mutuo entre dos gigantes que comparten un amor incondicional por el escudo del club.
Dos leyendas, un sentimiento inmutable
La imagen de Aspas y Manolo juntos en el campo encapsula la historia del Real Club Celta. Ambos han marcado épocas distintas, pero ambos convergen en una misma pasión innegociable por los colores celestes. Durante décadas, el nombre de Manolo ha permanecido en lo más alto como el jugador con más partidos disputados. Ahora, esa distinción se comparte con Iago Aspas, un hombre que ha dedicado prácticamente toda su carrera al club de sus amores.
El delantero de Moaña, que debutó con el primer equipo en 2008 tras formarse en A Madroa, ha construido una trayectoria que es un verdadero manual de compromiso y talento. Este nuevo hito suma una nueva condecoración a un currículum extraordinario, que ya incluye el título de máximo goleador histórico del club. Su estilo de juego, su garra y su profundo sentido de pertenencia lo han convertido en el símbolo más importante del celtismo en el siglo XXI.
Símbolo innegociable del compromiso celeste
El registro de 533 partidos oficiales es mucho más que la simple suma de encuentros, es el reflejo de la perseverancia, la calidad individual y, sobre todo, el compromiso inquebrantable de Aspas con la institución. Desde sus decisivas actuaciones para lograr permanencias épicas hasta sus goles históricos que han marcado la diferencia, Aspas ha demostrado que su fútbol está basado en el talento puro y un sentimiento que lo conecta directamente con la grada de Balaídos.
En un fútbol cada vez más volátil y globalizado, la figura de Iago Aspas se erige como un ancla, un referente de fidelidad. Al igual que Manolo en su momento, Aspas ha asumido la responsabilidad de abanderar al Celta. Su legado, ahora formalmente enlazado con el de «O Gran Capitán», es el orgullo eterno de una afición que ve en él y en el legendario Manolo la encarnación de lo que significa defender el escudo del Celta de Vigo.
La historia del club sigue escribiéndose, y en sus páginas más doradas, figuran ya, a la par, los nombres de Iago Aspas y Manolo. Gracias a ambos, por hacer historia, por representar a un club y por ser el corazón indiscutible del celtismo.