En la desembocadura del río Miñor, donde Nigrán y Baiona se encuentran, una réplica flotante del Titanic surca las aguas, capitaneada por un niño de ocho años. Izan Ríos García, con la ayuda de su padre, Miguel, y su tío, Fernando Rambozzi, ha convertido su fascinación por el mítico transatlántico en una hazaña tangible: una embarcación de 6,4 metros de eslora que recrea con detalle el barco más famoso de la historia.
Este proyecto, nacido de la curiosidad infantil y materializado con ingenio familiar, ha captado la atención de vecinos y visitantes, consolidando a Izan como un pequeño visionario de la ría de Vigo al aunar creatividad, esfuerzo y pasión para navegar entre la realidad y la imaginación.
Un sueño que comenzó con un vídeo
La historia del Titanic de Izan comenzó con un chispazo de curiosidad. Inspirado por vídeos de YouTube que su padre le mostraba, Izan, un niño de Nigrán apasionado por el aprendizaje, se sumergió en la leyenda del transatlántico. Libros, documentales y maquetas alimentaron su pasión, que antes había pasado por los tiburones y los dinosaurios. “Como me gustaba, empecé a aprender todo lo que podía”, relata Izan, según fuentes locales. Su interés no se quedó en la teoría: dibujó planos, construyó maquetas de cartón y hasta llevó el tema al colegio, demostrando una dedicación que sorprendió a su familia.
El punto de inflexión llegó cuando su tío Fernando, en un momento de inspiración, le propuso construir un Titanic gigante. Lo que parecía una idea desternillante y sin malicia se convirtió en un proyecto familiar. En Navidad de 2024, Izan, su padre y su tío se pusieron manos a la obra, dedicando cuatro meses y diez fines de semana maratonianos a dar vida a una réplica navegable. El resultado, botado en el río Miñor en el verano de 2025, es un testimonio de la imaginación de un niño y el compromiso de una familia que creyó en su sueño.
Una réplica navegable con detalles de cine
La embarcación de Izan no es una simple maqueta: es una réplica funcional de 6,4 metros de largo y 2 metros de alto, construida con materiales reciclados como tubos de plástico y plafones. Montada sobre un kayak para garantizar flotabilidad y estabilidad, la nave cuenta con cuatro chimeneas (una de ellas con un sistema que emite humo), timón, pasarelas, barandillas, botes salvavidas y tecnología moderna como luces, bocina y una cámara para monitorizar su rumbo. Puede ser propulsada por un motor o a pedales y está diseñada para llevar a dos personas de forma segura.
Izan, vestido de blanco como un auténtico capitán, lideró el proyecto con una precisión asombrosa para su edad. Él revisaba los planos, corregía detalles y supervisaba cada etapa, desde el diseño hasta la pintura del casco. Su hermano menor, Marlon, de seis años, se unió como parte de la “tripulación”, completando una imagen que ha llamado la atención de bañistas y paseantes del estuario de A Foz. La botadura, celebrada con la tradicional rotura de una botella contra el casco, fue un momento de orgullo familiar y un espectáculo que atrajo miradas curiosas.
El Titanic y su iceberg
El proyecto no se detuvo en la construcción del barco. Para recrear la icónica historia del Titanic, la familia construyó un iceberg flotante, permitiendo a Izan simular el famoso naufragio en las aguas del Miñor convirtiendo este proyecto en algo más que una simple réplica. La embarcación, que ya ha chocado varias veces con su iceberg, recrea la escena inmortalizada por películas como la de James Cameron, aunque con un tono lúdico y sin tragedias.
La atención al detalle y el ingenio técnico (como el uso de vinilo para las chimeneas o un circuito para generar humo) reflejan la creatividad detrás del proyecto. La embarcación no solo es un logro estético, sino también funcional, capaz de navegar con seguridad mientras despierta la imaginación de quienes la ven.
El proyecto también refleja un mensaje de sostenibilidad, ya que gran parte de la embarcación se construyó con materiales reciclados, desde tubos de electricidad hasta plásticos recogidos por el propio Izan. Este enfoque, combinado con la dedicación familiar, convierte al Titanic de Izan en un símbolo de cómo la pasión y el trabajo en equipo pueden transformar ideas en realidades tangibles.
De barcos a grúas
La historia de Izan no termina con el Titanic. Su hermano Marlon, fascinado por las grúas, ya ha inspirado a la familia a pensar en el próximo proyecto: construir una grúa a gran escala. Esta nueva aventura promete mantener el espíritu creativo que define a esta familia de Nigrán, donde los sueños no tienen límites y cada idea es una oportunidad para aprender y crear.
Su Titanic, navegando con orgullo por el Miñor, es un recordatorio de que la imaginación infantil, cuando se combina con el apoyo de una familia, puede mover montañas (o, en este caso, construir barcos).