Hace poco he podido ver unas declaraciones del presidente del Athletic Club (de Bilbao) Jon Uriarte, donde hablaba de lo sucedido en el último Athletic-FC Barcelona, en el que la afición rojiblanca había pitado sonoramente al equipo azulgrana durante el encuentro.
Esto provocó unas declaraciones de un directivo del FCB que sentaron mal al presidente bilbaíno. Jon Uriarte explicó lo sucedido basado en que «hay cierto cansancio, hartazgo o hastío al ver cosas raras (del FCB) y la gente lo que quiere es claridad, …y no los pagos a Negreira, que están probados y si esto va a tener consecuencias o no, …o los problemas para inscribir jugadores estas temporadas cuando entra un órgano político (CSD) y lo arregla, …o las palancas. Si a eso le unes que nos quitaron a un jugador nuestro como Iñigo Martinez, y en el verano pasado nos amenazaron en prensa con pagar la cláusula de Nico Williams. Por todo eso nuestra afición está cansada y lo manifestó en el campo».
Este es el auténtico cáncer (que se favorezca siempre al mismo) que corroe nuestra Liga, cuyo presidente no quiere saber nada al respecto, y una Federación que hasta ahora ha hecho oídos sordos sobre el tema. Por no hablar de la prensa deportiva de la que es mejor no hablar.
Volviendo a Casa Celta, ¿es posible que Marián Mouriño desconozca este enorme escándalo futbolístico, donde un club ha financiado al estamento arbitral durante 17 años, y hay facturas que lo prueban? Es absolutamente imposible que lo desconozca porque es una mujer despierta y eficiente, pero no le he oído ni una palabra sobre el tema. ¿Por qué? Pues como el resto de presidentes (salvo el Athletic), que no quieren enfrentarse a un club muy poderoso (deportiva y políticamente), y que suponen que (al mismo tiempo) los árbitros también se lo pueden tomar a mal, y a lo peor el Celta tendría que sufrir arbitrajes (aún) más parciales.
Mientras, la Liga está bajo sospecha, hasta que la Federación decida (de una vez) aplicar una buena dosis de Zotal y desinfecte el mal ambiente que corroe al arbitraje español. Por cierto, la prueba del ínfimo nivel de nuestros árbitros es que UEFA y FIFA no quieren saber nada de ellos para los partidos internacionales. ¿Bastante extraño, no?
Menos mal que nos queda el presidente del Athletic Club, al que no da miedo denunciar lo que está sucediendo en el fútbol español. Así que sólo me queda gritar: «¡AUPA ATHLETIC!».