Estas tarjetas son muy curiosas e incluso sorprendentes en la actualidad, cuando ya casi está olvidado el cambio de pesetas a euros. Aunque la entrada del euro en España fue en 1998, en realidad, la peseta siguió coexistiendo hasta el año 2002, año en el que el euro desplazó definitivamente a todas las monedas de la Unión Europea.
El cambio inicial era de un euro por 166,386 pesetas, una conversión no demasiado cómoda para la vida cotidiana. Por ese motivo, muchas entidades emitieron estas tarjetas de conversión con los cambios más habituales. Las tarjetas eran de doble imagen: en una posición se veían los valores en euros y, en otra, inclinándola levemente, en las mismas casillas se veían los valores correspondientes en pesetas, o al revés.
De este modo, buscando en la tarjeta la casilla del valor que nos interesaba, al inclinarla se veía su equivalente en la otra moneda; una calculadora sencilla cuando la población todavía pensaba y calculaba en pesetas. Lo que ahora sorprende, sobre todo para quienes vivieron aquella época de las pesetas, es el cambio a pesetas de muchos valores habituales en euros, por ejemplo, el precio de un café, el precio de un periódico, o el precio de un kilo de azúcar.
Con cinco mil pesetas se llenaba un carro de la compra y sobraba todavía dinero para muchas otras cosas. Ahora, en cambio, con cincuenta euros difícilmente se llena el mismo carro, salvo que sea de papel higiénico.
El 31 de diciembre de 1998, la peseta dejó de cotizar y fue sustituida por el euro. Pero en los bolsillos este cambio no llegó a notarse hasta el 1 de enero de 2002, cuando el euro comenzó a circular al cambio de 166,386 pesetas por euro.