Una vez que se localizó la vivienda de la que partía en hedor, una patrulla acudió a ella y pudo contactar con la inquilina, una mujer de 26 años que reconoció ser dueña de un perro, cruce de pitbull. Los agentes comprobaron que la situación de la casa era antihigiénica a través de la ranura de la puerta que la joven dejó abierta cuando fue a coger su DNI para facilitarlo a los policías.
Ante esa situación, le solicitaron que abriese la puerta completamente y, al hacerlo, quedó el interior a la vista, pudiendo ver “enseres desordenados, los excrementos del animal sin recoger, así como otros restos orgánicos esparcidos, pudiendo percibir un olor nauseabundo, rubricando con ello la veracidad de la queja formulada”, según relata la Policía Local.
Los agentes pidieron permiso para entrar al conjunto del domicilio y hacer una inspección más exhaustiva, pero la mujer se negó a ello. Así pues, le dieron un plazo de dos días para limpiar todo, “indicándole las medidas a adoptar legalmente si ese día no autorizaba la inspección, aceptando la joven el acuerdo”.
A mediados de esta semana, para hacer seguimiento al incidente, la patrulla se volvió a pasar por la vivienda y pudo constatar su “total y completa limpieza”, dando así el problema por resuelto.