Las instalaciones que fueron pagadas con el dinero de todos los contribuyentes se están deteriorando irremediablemente ante la pasividad de las autoridades sanitarias gallegas, que buscan la reducción de gastos mediante medidas contundentes sin importar las carencias que provocan en un servicio público que no puede ceñirse a los patrones de rentabilidad de cualquier empresa privada, puesto que son, precisamente, un servicio a la ciudadanía al que todo el mundo debe tener derecho. La sanidad, la educación y la justicia constituyen áreas que pueden ser deficitarias, pero que tienen que seguir existiendo, y esta instalación sanitaria, como otras de nuestra ciudad (el Xeral Cíes, por ejemplo) cumplían una misión importante y con el mantenimiento adecuado tendrían una larga vida por delante. El ambulatorio de Coia es ahora un terreno abonado para las ratas y los depredadores humanos, que comenzarán a destrozarlo por el mero placer de destruir lo que nos pertenece a todos; una mala gestión que merece ser criticada y reprobada.