Había pocas opciones, pero en Vigo siempre nos gusta el riesgo -que se le pregunten al Celta y al salvador 4%- y al final hubo premio. Después de tres días de lluvia persistente, el cielo dio una tregua para permitir que los niños pudiesen admirar a los Reyes Magos (eso cuando no bajaban la cabeza para recoger caramelos).
Los malos pronósticos comenzaron a cambiar a lo largo de la mañana y el alcalde ya anunció que «con toda probabilidad» se celebraría la Cabalgata. Arriesgó y acertó. A las seis de la tarde en punto, después de recoger la «llave mágica» de la ciudad en Porta do Sol, la comitiva Real partía de Isaac Peral para delicia de las familias que ya esperaban su paso en la calle. No hubo descanso y circularon a buen ritmo para recortar el tiempo de recorrido evitando así la amenazante lluvia.
Eran cuatro las carrozas encargadas por el Concello, las tres de Sus Majestades y la de la Cartera Real, iluminadas con cientos de bombillas led. Junto a ellas las de la Policía Local, Citroën, Gadis y El Corte Inglés, decoradas por La Fiesta Escénica ultima. A bordo de cada una quince niños y un adulto, que se encargaron de repartir cuatro toneladas de caramelos. Además, también hubo carrozas de Espacio 7, Abanca, Centro Comercial Gran Vía y Radio Vigo.
A medio camino, alrededor de las seis y media de la tarde, comenzaron a abrirse los paraguas. Por fortuna, solo fueron unas gotas y la comitiva continuó sin mayores problemas por García Barbón, Policarpo Sanz, Porta do Sol, Edluayen y Paseo de Alfonso, donde por primera vez se puso fin a la Cabalgata.
Santiago de Vigo y Porta do Sol fueron las zonas en las que más gente se concentró. El alcalde, Abel Caballero, acompañado por varios concejales realizó también el recorrido entre vítores de parte del público. El edil Manel Fernández también se encargó de lanzar caramelos.
La organización estuvo compuesta por 1.200 participantes y la seguridad corrió a cargo de 22 agentes de la Policía Local, 300 voluntarios y 45 miembros de Protección Civil.