A 24 horas de que una excavadora derribara parte del sótano de su vivienda en República Argentina 3, Joaquín Abreu Vidal no ha podido volver a casa. El hueco que comparte con el edificio colindante (en proceso de demolición) permanece sin cerrar y, con la lluvia torrencial que azota Vigo este miércoles, el agua se cuela por su sotna. «He pasado la noche en vela achicando», cuenta a Vigoé desde la calle, donde custodia la finca junto a su madre y su hermana.
«Mi techo es su suelo», la documentación que nunca llega
Joaquín ha acudido esta mañana al Ayuntamiento para exigir la licencia de reconstrucción del sótano, documento que (según él) ni siquiera obra en su poder. «Solo tengo el proyecto de derribo de la parte superior del número 5. Nadie me ha entregado la licencia de demolición de mi sótano ni la de su reconstrucción inmediata, que obliga la sentencia judicial al promotor», explica.
El Concello mantiene que facilitó «toda la documentación» a la familia colindante y que la obra cuenta con autorización judicial. Sin embargo, Abreu insiste: «En mayo el propio Ayuntamiento escribió al dueño del 5 que debía presentar una propuesta de reconstrucción. ¿Dónde está ese papel? ¿Por qué no me lo dan a mí?». Abreu ha acudido al Concello para reclamar los permisos de la demolición del número 5, y reconstrucción de su sótano, pero sigue a la espera. «Tengo el proyecto de derribo de la parte superior, no de mi sótano. Ni consta la licencia de derrumbe ni de reconstrucción», explica. Insiste en que el documento municipal solo cubre «desde el suelo para arriba», y que su sótano (bajo el garaje compartido) requiere una reposición inmediata, tal como establece la sentencia judicial que autorizó las obras.





Un derribo «con ganas de hacer daño”
El lunes, la retroexcavadora abrió el forjado sin vallar ni precintar la zona. «Entraron a saco», relata Joaquín, «podían haber cerrado mi parte con bloques con ladrillos, con chapas… de cualquier manera, trasladado mis cosas y luego derribar. Pero lo hicieron con contundencia para que se abrían grietas. Mi casa aguanta porque la construyó mi abuelo: bóvedas de ladrillo, vigas de hierro y madera incrustada”.
Abreu teme que los escombros terminen sepultando su sótano y que, aprovechando la noche, alguien entre a robar. «Me van a dejar la casa llena de cascotes y luego dirán que está en ruina», vaticina. La vivienda de Abreu, heredada de su abuelo, obstaculiza un ambicioso proyecto inmobiliario en una zona estratégica entre República Argentina y Areal.
Tres denuncias y cero técnicos municipales
Desde el 29 de octubre, día en que comenzaron las obras, Joaquín ha presentado tres denuncias en la Policía Local. «Me dicen que denuncie, pero nadie para la obra de verdad. El lunes fue el peor día: la excavadora arrasó todo».
La Policía Local ha obligado a detener los trabajos en varias ocasiones por falta de señalización y vallado. Aun así, los operarios regresaron al día siguiente. Joaquín guarda vídeos, fotos y mensajes de WhatsApp de vecinos que confirman las irregularidades.
Camionero de profesión, Abreu lleva meses sin empleo: «Me he quedado en casa para vigilar y documentar». Asegura tener pruebas suficientes para demostrar «acoso urbanístico» y no descarta llegar al Contencioso. «He perdido un diente, tengo el ojo morado y la rodilla destrozada por defender mi casa», recuerda, «pero no me voy a ir. Mi abuelo está aguantándola desde la tumba”.
El Ayuntamiento no ha respondido aún a la petición de la licencia de reconstrucción. Mientras, el agua sigue entrando por el agujero que, hace 48 horas, era el techo del sótano de Joaquín Abreu.






















