En ese momento, un agente que se encontraba en la confluencia de la calle México con Urzaiz regulando el tráfico fue requerido por un motorista que le informó de que, a pocos metros, se estaba produciendo una discusión entre dos varones, uno de ellos un controlador de la XER.
El policía se acercó al lugar y trató de mediar entre ambas partes, centrando su atención en el ciudadano, que mostraba una actitud “más agresiva y hostil”. Lejos de tranquilizarse, el hombre le golpeó en el antebrazo derecho.
En ese momento se acercó otra patrulla a la zona y, dada su actitud, invitaron al ciudadano a calmarse, advirtiéndole que de persistir se verían obligados a cursar una denuncia administrativa y trasladarla a la Subdelegación del Gobierno, órgano competente para sancionar ese tipo de conductas.
Otro de los agentes se entrevistó reservadamente con el trabajador de la zona azul, que le relató que, mientras realizaba su labor, el individuo se le acercó por detrás y le propinó un empujón sin mediar palabra. Según indicó, al girarse para pedirle explicaciones le propinó a mayores una bofetada. Esta versión fue corroborada por una joven que transitaba por la zona y fue testigo del ataque relatado.
Ante esta situación, los agentes le pidieron al presunto agresor que vaciase los bolsillos. En un primer momento se negó a colaborar pero finalmente, tras varios requerimientos, comenzó a sacar los objetos que llevaba y a tirarlos violentamente al suelo.
A continuación, según el relato policial, “se abalanzó sobre el agente que se encontraba más próximo, golpeándolo en el brazo para evitar que lo utilizase a modo de defensa, y alzando el puño para asestar un puñetazo en el rostro, desprotegido tras la acción anterior”.
Los otros policías consiguieron sujetar al hombre antes de que pudiera pegar a su compañero y le inmovilizaron y redujeron, acción en la que “acabaron cayendo al suelo por la violenta resistencia activa que ofrecía el ahora detenido”.