Siguiendo antigua tradición, que aún perdura, los frailes de San Francisco –antigua ermita de Santa Eugenia, y más tarde Santa Marta, regida por los Pascualinos– sacaron en este día la procesión de San Antonio. Celoso, el Prior de la Colegiata, por instigaciones de un Racionero apellidado Losa, al llegar la piadosa comitiva a la rúa Alta, tras haber recorrido la Ribera y la calle de la Faxa (Real), se adelantó el citado Prior, en compañía de los Rancioneros, y dió lectura a las censuras que había obtenido del Obispo de Túy, contra todos los fieles que asistiesen a aquella procesión.
Al parecer, la voluntad del Obispo había sido sorprendida con falaces informes; los frailes y los devotos estaban ignorantes de todo ello, así que el escándalo fué mayúsculo. Los portadores de la imagen la dejaron en el suelo, los fieles huyeron dando voces y el Prior se apoderó del pendón, llevándoselo a la Colegiata.
Unos marineros de Cangas, a quienes no alcanzaban las censuras del mitrado tudense, por ser moradores extraños a su jurisdicción, apenados del Santo, al que nadie osaba recoger del suelo, lo llevaron de nuevo al convento de San Francisco. El pueblo vivió unos días de tremendo alboroto, aumentado cuando, a los tres días del suceso, el Racionero Losa –culpado de la turbia institución– cayó al suelo muerto, al ponerse la sobrepelliz para ir a la Colegiata.
El vecindario acogió el caso como un castigo providencial. Y al año siguiente, vueltas las aguas a su cauce, la procesión de San Antonio volvió a realizar el recorrido de costumbre.
13 de junio de 1614. Xosé María Álvarez Blázquez. «A Cidade e os Días. Calendario Histórico de Vigo» (Xerais, 2008).